Leeremos “Los lirios amarillos” de Luciano Erba. Nació en 1922 y murió en 2010 en Milán, donde vivía. Perteneciente a la generación Linea Lombarda. Fue profesor universitario de literatura francesa en Verona y de literatura comparada en la Universidad Católica de Milán. Debutó con Linea K en 1951, a la que siguieron las colecciones Il bel Paese (1955), Il prete di Ratanà (1959), Il male minore (1960), Il prato più verde (1977), Il nastro di Moebius (1980), Il cerchio aperto (1983), Il tranviere metafisico (1987), L’ippopotamo (1989), Variar del verde (1993), L’ipotesi circense (1995), Nella terra di mezzo (2000), Si passano le stagioni (2003), Un po’ di repubblica (2005) y Remi in barca (2006). También publicó los ensayos Magia e invenzione (1967) e Huysmans e la liturgia (1971). Fue coautor con Piero Chiara de la antología de poesía contemporánea Quarta generazione(1954).
Del poemario Il male minore, Milano, Arnoldo Mondadori Editore, 1960. Traducción de Marisol Bohórquez Godoy.
LOS LIRIOS AMARILLOS
Los chicos que se fueron en la mañana
de junio cuando el aire bajo los plátanos
parece encerrar otro aire dentro
los chicos que se fueron a pescar
con un solo sedal pero equipados
de una canasta cada uno con bandolera
en silencio ahora se sientan en el trolebús
inicio veloz en la terminal
y en el sueño imaginan que Milán
tenga valles azules más allá del Castillo
donde los peces salten en los arroyos.
Sobre los prados permanece un poco de niebla
la tenca en su pozo de barro
comienza a dormir de nuevo. Mañanera
la carpa patrulla alrededor de los bordes
de un canal tranquilo. La carpa
es astuta y nunca muerde.
Los pescadores no tendrán suerte. Pero
subiendo de nuevo a los canales y zanjas de riego,
de prado en prado, de surco en surco,
llegarán los chicos donde es espesa
la vegetación de las zanjas, donde amarillas
son las flores de los lirios y como espadas
las hojas cortan frescas corrientes
bajo la sombra de los sauces.
¡Llegarán hasta las flores lejanas
los pescadores sin fortuna
los chicos de paseo en la llanura!
GLI IREOS GIALLI
I ragazzi partiti al mattino
di giugno quando l’aria sotto i platani
sembra dentro rinchiudere un’altra aria
i ragazzi partiti alla pesca
con un’unica lenza ma muniti
di un paniere ciascuno a bandoliera
in silenzio ora siedono sul filobus
avviato veloce al capolinea
e il sogno rifanno che Milano
abbia azzurre vallate oltre il Castello
dove saltino i pesci nei torrenti.
Sui prati rimane un po’ di nebbia
la tinca nella sua buca di fango
ricomincia a dormire. Mattiniera
la carpa perlustra attorno ai bordi
di un tranquillo canale. La carpa
è astuta e non abbocca mai.
I pescatori non avranno fortuna. Ma
risalendo i canali e le rogge,
di prato in prato, di filare in filare,
arriveranno i ragazzi dove è fitta
la verzura dei fossi, dove gialli
sono i fiori degli ireos e come spade
le foglie tagliano fresche correnti
sotto l’ombra dei salici.
Arriveranno fino ai fiori lontani
i pescatori senza ventura
i ragazzi in gita nella pianura!