Vuela Palabra

Camilo Marroquín

La hoguera que todos ayudamos a encender: Camilo Marroquín

La poesía de Camilo Marroquín, alimentada por su formación en filosofía, es una confluencia densa y luminosa de lirismo y reflexión profunda. En los cinco poemas que presento hoy, convergen temas como la existencia, el ser, el tiempo, la memoria, el conocimiento, la verdad y la naturaleza. Sus versos son una invitación a adentrarse en la esencia de la vida, a desentrañar los misterios de la realidad y la identidad. La temporalidad en su obra no es lineal, sino un río incesante, evocando las teorías de Bergson, donde el tiempo es una duración fluida y continua.

Marroquín desafía las percepciones tradicionales sobre la verdad y el conocimiento, revelándolos como procesos perpetuos de deconstrucción y reconstrucción. La naturaleza en sus versos no es mero escenario, sino símbolo vivo de verdades universales y reflexiones metafísicas. Su mirada existencialista capta la fragilidad de la vida, la incesante búsqueda de significado en un mundo intrincado, invitando al lector a reflexionar sobre la experiencia humana.

En conjunto, sus poemas son un viaje introspectivo, una exploración de los laberintos del alma y la mente, donde la poesía se fusiona con la meditación filosófica. La obra de Marroquín resuena como un eco de nuestras propias búsquedas. ¡Espero que disfruten la lectura!


Marisol Bohórquez Godoy






La hoguera que todos ayudamos a encender

Estamos poseídos.
No hay nada qué hacer.
Ningún exorcismo nos librará del lenguaje.

Estamos condenados a crear el mundo
nombrándolo.

Iluminándolo:

El mundo ardía en oscuridad
hasta que inventamos la palabra fuego.



Mitología

La ciudad es una semilla,
 sus calles son raíces. 

Pasea la muerte, temerosa,
ante el silencio
indescifrable de sus construcciones,
bestias de hierro y cemento. 

Un día dije: te daré un nombre 
y ella me dio una infancia. 
Te veré envejecer: y sus ruinas, 
no fueron más que máscaras 
de una belleza incorruptible. 
Te escribiré, pero esta mostró
sus jeroglíficos y todos sus nombres. 

Puse mi cabeza en la primera piedra
que erigió su cuerpo y escuché los latidos
de la soledad del primer hombre. 

La ciudad es una semilla. 
Necesita del aliento de los hombres
que no desfallecen ante el cantar 
de la rueda de la vida. 

Soñarla es trabajo de mortales. 
Los dioses ignoran su existencia, porque no sueñan.



Halo solar


I

Parece ser una palabra
lo que se asoma
en la boca del cielo
o un sol mudo.

II

Usurpado aliento
al que fue alcanzado
por el proyectil omnisciente.

III

Palabra luminosa
arrojada por doquier
y pronunciada
por lo que no habla.




Oficio

Tarde hemos llegado
a la repartición de los dones,
                      nosotros,
los hijos de las páginas en blanco.

Queda esperar
a la escritura,
la diosa que nos da la vida.



Zumbidos

Un rayo parte el cielo,

lo divide en un racimo de viento,
el viento se divide en muchas abejas,
el tiempo sabe a miel.



Camilo Marroquín Díaz (Neiva, Huila, Colombia, 1992) filósofo y magister en musicoterapia. Autor de los libros de poemas: Huésped de la realidad (Trilce Editores, 2012), Ecos y Destinos (Ediciones Exilio, 2014) y es coautor de la antología: La Persistencia de lo Inútil (Trilce Editores, 2017). Ha sido merecedor de los siguientes reconocimientos: ganador del concurso nacional “la poesía de los objetos” organizado por la casa de poesía Silva en el año 2012. Mención de honor en el concurso nacional universitario de poesía de la U. del Externado, en el año 2014, con el libro Dinastía del hombre. Primer puesto en el concurso “José Eustasio Rivera” los años 2018 y 2021, entre otros.

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