Vuela Palabra

Courtney Kampa

Poemas sobre Grace: Courtney Kampa

En el día de hoy comparto, en mi traducción al español, la serie de poemas titulada «Poems about Grace» de la poeta estadounidense Courtney Kampa, quien murió a sus escasos 35 años. Los textos exploran temas de maternidad, adopción y conexión humana con una sensibilidad emotiva. A través de una narrativa delicada y evocadora, Kampa nos sumerge en una experiencia profunda y conmovedora, compartiendo momentos íntimos que llegan al corazón del lector. Su prosa poética y la riqueza de las imágenes utilizadas crean una experiencia de lectura que nos invita a reflexionar sobre la belleza y la fragilidad de la vida. Espero que los disfruten


Marisol Bohórquez Godoy

 





POEMAS SOBRE GRACE

Ust Kamenogorsk, Kazajistán


I.

El video era suave y pixelado

como una ecografía: 11 segundos de una cuidadora
sosteniendo a una bebé por las axilas
como si fuera una planta en una maceta. Cuando la mujer la balanceaba
en el aire, la infante temblaba
como lo hacen los pétalos cuando el viento agarra un tallo
demasiado delgado, demasiado quebradizo para sostener.
Nos paramos a un metro de la pantalla
durante horas. Retroceder y reproducir. Retroceder y reproducir.
Dentro de nosotros, algo se alzaba y se reunía
como una cicatriz. Éramos un dolor, una herida sellada
por alguien más que nosotros mismos.
Mi esposo hervía teteras y teteras de té.
No dormiríamos—esa bebé allá afuera, ardiendo.
Remota y solitaria como una estrella.


II.

En el orfanato aprendió desde temprano
a no llorar—nadie venía.
Doce niños por enfermera, yacía
con las mangas sujetadas con imperdibles
al colchón. Hacia la tarde
su ventana se oscurecía como un coágulo:
la oscuridad se acumulaba y se aglutinaba—
empujando incluso a las nubes
de su cielo. Tal vez en el silencio
escuchaba un estornino. Tal vez también quería
cantar—llegó al punto de abrir la boca—pero
no conocía ninguna canción.


III.

Para adoptar, primero visitas.
Esto es trabajo:
Es desabrochar los brazos de tu bebé
de su cuna de palillos
y pintura con plomo. Es su retorcimiento cuando la acaricias:
atrapada entre un instante de pánico
y su anhelo de toda la vida.
Es el cauteloso enroscarse contra el pecho de una madre;
cómo sus labios marrones se separan como un pico alzado
mientras remiendas los agujeros en su ropa. Las perforaciones
hechas cuando estaba atada a sus sábanas. Es tu impulso
de rodearla como si fuera un útero. Sentirla
respirar y moverse en su sueño. Escuchar su corazón
leve contra el tuyo—esa síncopa embarazada
que pensaste que nunca conocerías.


IV.

El contacto la volvió hambrienta—toda la noche
lloraba, su boca era la O
de un desagüe abierto.
Al día siguiente, una enfermera gritó
la echaste a perder—la sostuviste demasiado.
La vena que subía por su cuello
resaltaba como un cable azul.
Ella le había enseñado a esta niña lo que era bueno
saber: que la vida sería de tono bajo
y en solitario. Que el sueño es solo otra palabra
para túnel. Que nacer significa lo mismo
que embestir—como un tren lo hace
desde su estación. De la misma manera que esta niña lo hizo, del cuerpo
de la madre
que primero cortó sus frenos.


V.

Sus dedos de los pies, como pequeños ganchos dorados, me levantaron
del mundo. Por las mañanas ella
ponía las plantas de sus pies juntas,
como en oración. Aprendí una nueva forma de hablar
con Dios—sus pequeños pies
en mi boca, en cada frase
que pronunciaba. Una vez, al ver sus calcetines en la escalera,
la forma de dos huevos blancos,
estallé, agradecida, en lágrimas.


VI.

—¿Vine de tu barriguita?
—No, pero Grace, viniste de mi corazón.
Ella oye esto y se estira ampliamente
como las raíces seguras de una flor.
Un movimiento externo, terrenal.
¿Ves cómo su palma venosa se acerca, suavemente,
hacia las raíces en la mía? Nuestros hilos colgantes
tejidos en un enrejado, como encaje—una hélice
que hemos doblado y retorcido
a mano.






POEMS ABOUT GRACE

Ust Kamenogorsk, Kazakhstan


I.

The video was soft and grainy
as an ultrasound: 11 seconds of a caretaker
holding a baby girl up by the armpits
like a potted plant. When the woman bounced
her in the air, the infant shivered
the way petals do when wind grasps a stem
too thin, too breakable to hold.
We stood a foot from the screen
for hours. Rewind, and play. Rewind, and play.
Inside us, something raised and gathered
like a scar. We were an ache—a gash sealed
for someone other than ourselves.
My husband boiled pots and pots of tea.
We wouldn’t sleep—that baby out there, burning.
Remote and lonely as a star.


II.

At the orphanage she learned early
not to cry—no one came.
Twelve children per nurse, she lay
with sleeves safety-pinned
to the mattress. By mid-afternoon
her window darkened like a clot:
blackness welled up and pooling—
pushing even the clouds
from their sky. Maybe in the stillness
she heard a starling. Maybe she wanted
to sing too—got as far as opening her mouth—but
didn’t know any songs.


III.

To adopt, you visit first.
This is labor:
It is unpinning your baby’s arms
from her crib of toothpicks
and lead paint. It is her squirm when caressed:
caught between an instant of panic
and her lifelong yearn.
It is the cautious curl against a mother’s chest;
how her brown lips part like an upturned beak
as you darn the holes in her clothes. The punctures
made when fettered to her sheets. It is your impulse
to encircle her like a womb. To feel her
breathe and kick in her sleep. To hear her heart
faintly against yours—that pregnant syncopation
you thought you’d never know.


IV.

Touch had turned her hungry—all night
she wailed, her mouth the O
of an open drain.
The next day a nurse yelled
you’ve ruined her—held her too much.
The vein running up her neck
stood out like a blue cable.
She had taught this child what was good
to know: that life would be low-
and solo. That dream is just another word
for tunnel. That to be born means the same
as to barrel—the way a train does
from its station. The way this child had, from the body
of the mother
who, first, cut her brakes.


V.

Her toes, like tiny golden hooks, pulled
me up from the world. Mornings she
put the undersides of her feet together,
as though in prayer. I learned a new way to talk
to God—her little feet
in my mouth, in each sentence
I spoke. Once, seeing her socks on the staircase,
the shape of two white eggs,
I burst, grateful, into tears.


VI.

—Did I come from your tummy?
—No, but Grace, you came from my heart.
She hears this, and stretches wide
like the confident roots of a flower.
An outward, earthen stir.
See how her veined palm draws, gently,
toward the roots in mine? Our dangling threads
crocheted into a trellis, like lace—a helix
we’ve doubled and twisted
by hand.



Courtney Kampa (1987-2022) nació y creció en Virginia. Obtuvo una licenciatura en la Universidad de Virginia y una Maestría en Bellas Artes (MFA) de la Universidad de Columbia.

Finalista del Premio Ruth Lilly en 2016, obtuvo su MFA en la Universidad de Columbia y fue becaria Wallace Stegner en la Universidad de Stanford de 2017 a 2019. El primer libro de Courtney Kampa, Our Lady of Not Asking Why, fue seleccionado por la ganadora del National Book Award, Mary Szybist, para New Issues Press. Su trabajo recibió premios y reconocimientos de Best New Poets, Poets & Writers Magazine, The Atlantic, RATTLE, North American Review y más.

Amaba enseñar escritura y amaba a sus estudiantes. Fue profesora de escritura universitaria en el Fashion Institute of Technology en la ciudad de Nueva York, Lipscomb University y Belmont University en Nashville, Tennessee. También realizaba talleres privados con postgraduados interesados en escribir poesía. Trabajó con muchos de sus estudiantes durante años y mostró una feroz lealtad para ayudarles a descubrir su propia voz y estilo de escritura.

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