En esta semana les compartiré dos entradas. La primera reúne cinco poemas del escritor brasileño Vladimir Queiroz da Silva. En su escritura hay un torbellino de imágenes que nos transportan como si estuviéramos en una sala de museo y observáramos, a la misma vez, diferentes obras. O como si pasaran frente a nosotros el avance de varias películas. Ese contraste que logra tejer en sus poemas, donde la luz y la sombra juegan un papel importante, nos hace experimentar estados de ánimo que fluctúan, constantemente, entre el asombro y la melancolía.
Del libro Nuances (2012)
RELUCE
Tengo la mesa puesta:
sobre la mesa el recuerdo de nosotros dos,
que oscila y titila en medio de la sombra,
una vaga sombra por encima del humo de la llama,
una aureola de luz en tu rostro, la penumbra del silencio…
así
pasa un film rebobinado de nosotros dos, entrecortado:
cintas negras nos censuran, cuadro a cuadro deshecho
de una forma, de tu forma, de la mía, al azar…
El sonar de los cubiertos me reconduce, oigo tus pasos
y al seguir tus pasos camino a tus ojos
siento todo el placer que puedo y sueño: un sueño gemelo…
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Esa luz de estrella que traes en tus ojos
brilla dentro de mí como si traslúcido fuese,
me percibo radiante como si desbordase en luz
e iluminase las tinieblas:
Camino sin miedo por la noche
un punto de luz feliz
una guía por el mar sin Luna
La luz bañada de cera llega al fin
corre más rápido la cinta, no se oye más el sonido,
no se ve más el rastro de sombra bajo la luz,
solo la penumbra en el cuarto de nosotros dos.
NIÑO
El niño lucha en medio
del bullicio de las faenas.
El niño sega el matorral:
con los dedos excava el suelo.
El niño descubre un atajo,
retorna al sueño.
El niño sueña
y descarrila la locomotora.
LIBERTAD
Solo pienso libre cuando fluctúo en el aire,
recuerdo los Tupiniquins y cosas afines
por el mar verde de hojas y troncos,
cuando piso en el suelo y la sangre
queda marrón de tierra.
Solo pienso libre cuando me acuesto a la luz de la luna
al acecho del ocaso,
para de un salto adormecer
en la boca de la noche.
Solo pienso libre cuando sueño
y mi soñar va por la orilla,
encuentra el mar
de espumas blancas en la arena,
despierta mojado
en las olas de tus brazos
querida.
Solo pienso libre cuando por mis dedos
escurre mi pensar.
MURO
Existe un muro allí enfrente,
que transpuesto
muestra el otro lado,
el rostro no visto,
el calostro por engaño bebido.
Muro que protege,
inhibe, esconde el basurero,
el salto hereje;
muro que resguarda la desventura.
Existe un muro allí enfrente
de súbito, en sí mismo, transparente.
La mente viene a los ojos,
veo rosas y aromas:
me arrojo.
Veo dragones, serpientes aladas,
medusas, cosas ocultas:
me postro vencido.
Levantado hace poco
veo el muro,
tan visto y habitual
me sossega.
Mas qué sosiego tan necio,
Se existe allí enfrente un muro.
Del libro Muxarabis (2015)
MUXARABIS
Veo la belleza que se explaya
tras la rejilla
escondida,
la hermosura resguardada.
Solo el rayo y el camino lunar
pueden besarle el rostro,
y escorar sobre la pelvis rolliza.
Solo la tiniebla al rondarle la boca
desplegar el velo de la dulzura.
Solo los dos al comulgar el amor,
entrelazar los secretos.
Descubrir los ensueños,
los gemidos
y anhelos guardados en secreto.
Vladimir Queiroz da Silva nació en Feira de Santana, Bahía, Brasil. Escritor, poeta, ingeniero químico, ingeniero petrolero. Ha publicado los libros: Seres & Dizeres (1995), Terracota (2001), Infantilis (2003), ABCdito e outros ditos mais (2003), Apokálupsis do Sertão (2006), Luminescência (2008), Instinto (2010), Alcatruz (2011), Nuances (2012), Muxarabis (2015), Brasileirança (2016); Kairós (2020)
Algunas de sus obras han sido traducidas e impresas en países como Portugal, Italia y Colombia. Aparece en múltiples antologías y revistas a nivel nacional e internacional.