El día de hoy les comparto una selección de El libro de los divanes de Tamara Kamenszain, una de mis autoras predilectas. Me puso triste la noticia de su muerte hace un par de meses y pensé en rendirle homenaje al difundir algunos de sus textos en esta revista. Si tuviera que describir de algún modo sus poemas diría que se trata de poesía ensayística por su tono íntimo y también muy reflexivo. En el caso particular de El libro de los divanes me llama la atención que pone al psicoanálisis como centro, pero también a la escritura desde el yo que es un temazo. En fin, espero que disfruten estos textos y que puedan servir de entrada al universo Kamenszain que es maravilloso.
Andrea Muriel
Cuando le cuento un sueño a la analista de hoy
casi no dice nada una vez más se calla la boca
como si buscara que en el silencio de mi propia novela
hable mi realidad yo sin embargo
persisto no acabo de despertar
parece que necesito encontrarle un sentido freudiano
a lo que no tiene, ya lo dije, no tiene
vuelta atrás.
Eso me obliga a escribir sobre mí
y cada vez que una servilleta blanca se abre de su función
el bar transforma la indiferencia de los que me rodean
en una oportunidad voy bien me digo estoy escribiendo algo
después en casa lo paso lo imprimo y un día
si me llego a comprar un cuaderno por cansancio
voy a terminar cayendo en el diario íntimo y la poesía
tendrá que versar sobre otros asuntos
porque hay otra línea, tiene que haber otra.
*
¿Y si dejo de analizarme?
Total siempre se puede volver.
(De la tercera a la cuarta analista
tuve que dar un salto entre dos mujeres
para que una me dejara de escuchar y la otra
empezara a escuchar lo que la anterior
no escuchaba.)
¿Y si dejo de escribir en primera persona?
(para que nadie crea que sigo
hablando de mi madre).
Me lo propuse hoy pero el Facebook
como esos talleres de escritura creativa que te tiran consignas
amaneció con una pregunta en la boca:
¿Cómo te sentís hoy, Tamara?
Yo no sé cómo me siento pero si no escribo en primera
parece que me ahogo en el vaso de agua
de la vergüenza ajena. Por eso este año
ante las profecías de que se acaba el mundo
prefiero citar como Margo Glantz
una frase de Monsiváis que dice:
“el fin de mi vida es el fin del mundo”.
Así me siento hoy. Con espíritu de diario íntimo
pongo la fecha 31 de diciembre de 2012
y me convenzo como alcohólica anónima
de que es sólo por hoy.
*
Esto no se lo conté nunca a ninguno de mis analistas:
en el colegio primario judío veíamos todos los años
la misma película de los campos de concentración nazi
esa donde unos cadáveres vivos cavan la fosa
después tiran adentro los huesitos de sus muertos
y después todavía son obligados
a empujarse a sí mismos suicidados por otros
que los fusilan para que de tan livianitos caigan
sin comerla ni beberla.
No sé pero todavía hoy cuando un taxista dice
algo sobre los judíos me callo
no vaya a ser que por el espejo retrovisor descubra
que yo también estoy al borde de esa fosa.
Por eso no opino por eso me escondo
detrás de la primera persona.
*
Yo a esta altura de mi vida
me siento obligada a ser clara
aunque nada ni nadie me lo pida.
En un poema de 1986 me puse oscura
para decir algo que ahora
diría de otra manera.
Transcribo parte de ese poema con el único fin
de poder usar de nuevo sin avergonzarme
la palabra sujeta:
“Se interna sigilosa la sujeta
en su revés, y una ficción fabrica
cuando se sueña”.
Para mí lo urgente a esa edad era
graduarme de mí misma retener
como diploma de adulta mi nombre propio
en una celda impersonal.
Para eso tuve que recurrir a la tercera persona
como si en verdad los sueños de la otra
los pudiera descifrar Tamara.
*
Yo no soy analista ni pretendo graduarme de paciente
y sin embargo
sé que quiero dejar de analizarme y no sé cómo
y sé también que en algún momento
debería cerrar este libro y tampoco sé cómo
salvo que el final
caiga como una fruta madura
y pegue en la cabeza de alguien que por fin
pase por aquí.
Tamara Kamenszain (Buenos Aires 1947-2021). Fue una poeta y ensayista argentina. Perteneció a la generación de los llamados “Neobarrocos”, junto a Néstor Perlongher, Osvaldo Lamborghini y Arturo Carrera, aunque en varios de sus libros su escritura se fue hacia estilos completamente distintos. Entre sus libros destacan:Una intimidad inofensiva. Los que escriben con lo que hay, La novela de la poesía, Libros chiquitos y El libro de Tamar.
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