En el día de hoy me complace mucho presentar a Ana Nespral, poeta merecedora de la Primera Mención de Honor en la II Convocatoria Internacional de Poesía Vuela Palabra 2022 por el poema Manos, para la sombra. En este texto, dividido en dos partes, la autora teje una red de pensamientos en torno a la palabra y a la difícil labor de escribir poesía. La segunda parte habla de una hija y su madre. Y, aunque pareciera un poema totalmente distinto, si nos fijamos bien, esta parte resulta una analogía humanizada de los mismos conceptos que desarrolla en la primera. La delicadeza con la cual Nespral elige cada palabra, y la insistencia en ciertos conceptos, hacen que los versos sean reveladores y memorables. Espero que disfruten de este hermoso texto.
Manos, para la sombra
I
El poema estaba por hacer.
Se me llenó de grandes nubes, sobre las colinas,
y amenazaban lluvia.
Apenas un vapor manso.
O un aguacero fuerte, ¡quién lo sabe!
Hasta soñé a lo lejos en desbordar un río,
y una garza real picoteando el aire,
su rama musgo en la corriente brava.
El poema estaba por hacerse, casi húmedo tan nuevo,
como fruto de un parto.
Estuvieron así las palabras a punto de preñarse.
Como el ave en su nido
o esa niebla que crece monte arriba.
Pero el agua salió bajo mis pies anegándolo todo,
y por eso,
lo siento,
no se hizo el poema.
II
………………………………………………………..Sin manos para decir nunca
………………………………………………………..Sin manos para regalar mariposas
………………………………………………………..A los niños muertos
……………………………………………………………………………………Alejandra Pizarnik
Mi hija tiene manos.
Las tuvo desde el principio, desde que yo se las vi.
Las movía mi hija, sus manos, como alas o aletas.
De ahí su amistad para con los insectos, el agua
y su risa que flota o le vuela, de pronto,
de su boca a mi boca.
Mi hija tiene manos con que dibujar letras gigantes,
signos de trazos largos como ríos profundos
que alcanzan almanaques con sus santos, sus lunas
y el pasar de los días.
Las letras de mi hija se amontonan unas sobre las otras,
no las cubra la escarcha si duermen sin juntarse.
Me han dicho de una madre.
La hija de esa madre tiene manos.
Las tuvo desde el principio, desde que se las vio.
Son manos cuidadosas al deshojar los meses
de cualquier calendario,
anotar los festejos, las citas, las consultas de siempre.
Pero ayer vino el día con un temblor de humo y estallidos al aire,
y algunos cuerpos jóvenes se dejaron caer,
así como cuando les vencen la pereza y el sueño.
Madre ciega de muerte ya no puede mirar la sonrisa cuajada
y sin espejo
de su hija tan quieta.
Tampoco ya sus manos, que fueron abanicos,
ahora transparentes y dormidas,
tan solas,
en la asombrada escarcha.
Ana Nespral (Ponferrada, León, España, 1959), licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de León, fue docente de Lengua Castellana y Literatura en diversos institutos de enseñanza del Bierzo, comarca donde reside. Ha colaborado con sus textos en la revista literaria La Celsa, así como en libros de naturaleza o propiamente literarios: Entre amigos, Sabios paisajes, Cuentos de pandemia. Participa activamente en dos micrófonos abiertos (Zytum-Ponferrada y Max-Bembibre) y forma parte de las asociaciones literarias «Alce» y «Martes Literarios». Recientemente ha obtenido el 1.er premio en el VIII certamen de poesía «El último templario del Bierzo, el señor de Bembibre», y el 1.er premio en el IX concurso de relatos «Una historia en el Camino».
*** La fotografía de la autora es de Javier Cabezas
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Enhorabuena prima, adelante, que no se terminen los premios. ❤️❤️❤️❤️