Vuela Palabra

David A. Romero

Tres poemas de David A. Romero

En el día de hoy presento, para nuestra sección «nuevas voces», tres poemas de David A. Romero, poeta mexicano-estadounidense de «spoken word» quien creció en Diamond Bar, California. Es cofundador y editor en jefe de El Martillo Press. Romero es el autor de My Name Is Romero (FlowerSong Press, 2020). Se ha presentado en vivo en México, Italia y Francia. La obra de Romero ha sido publicada en revistas literarias de Estados Unidos, México, Inglaterra, Escocia, y Canadá. Los textos que a continuación leerán fueron escritos originalmente en inglés, y traducidos al español por el uruguayo Gabriel González Núñez. Espero que los disfruten.

Marisol Bohórquez Godoy







La escalera


(A Anastasio Hernández Rojas)


Tijuana

es una escalera
San Diego
es una escalera
Me llamo Anastasio
Sé mucho sobre cómo subir escaleras
Soy pintor
Soy techador
Me dicen
los coyotes o la policía
que un día
me caeré
gritando entre sombras
impactaré el suelo
entre huesos y sangre
Me sonrío
Uno sólo se cae
si mira para abajo
Solo mira para abajo
si le da miedo
subir
Nunca he tenido miedo 
Sé mucho sobre cómo subir escaleras
Soy pintor
Soy techador
La vida es una escalera
Tijuana es una escalera
El desierto es un peldaño
Los labios resecos son un peldaño
La garganta seca es un peldaño
Los pies ampollados son un peldaño
Y después
las horas esperando trabajar son un peldaño
Les patrones son un peldaño
La poca paga es un peldaño
ICE
la migra
la policía
peldaños
pero entre los listones de aluminio
se ve el paisaje
cada paisaje
más hermoso
que el anterior
Mis hijes van a la universidad
encuentran trabajo
a la sombra
sin tener que pasar siquiera un día
subiéndose a escaleras bajo el sol
Le compro un coche a mi esposa
uno que jala
una lavadora nueva
y una secadora
que jalan
que por vez primera
son nuestras
Mi esposa
cada hije
bajo el mismo techo
corretean por la casa
esta casa recién pintada
que resplandece como la tarde
Se asienta en la parte superior
de la escalera
Lo puedo ver
Lo puedo respirar
Lo puedo saborear
como cuando me detengo en el trabajo
y descanso en cuclillas
mirando por encima de algún techo
y veo la instalación de las tejas
casi acabada
un frasco de vidrio
casi lleno de dinero
Lo puedo ver
La frontera es una escalera
y estoy cada vez más cerca
con cada chamba
y cada cruce
Aun de noche
subiré
Mis manos se aferrarán a cada peldaño
porque
no tengo opción
porque
casi estoy ahí
Mis manos
«¡Manos arriba!»
revolotean por el aire
«¡Manos arriba!»
Me caigo
«¡Manos arriba!»
Mis manos se extienden
«¡Manos arriba!»
Me rodean
en el suelo del desierto
más de una decena
de uniformes negros
siluetas que gritan
rostros maléficos
iluminados por la chispa de las pistolas paralizantes
que atacan como cascabeles
pican y arden
Me encojo y lloro
Cada patada es un peldaño
Cada garrote es un peldaño
Cada patada es un peldaño
Cada garrote es un peldaño
Cada patada es un peldaño
Cada garrote es un peldaño
Tantos, tantísimos peldaños
La luz de la casa se desvanece
allá del otro lado de la frontera
en San Diego
¿Pero a dónde se fue la escalera?




 El Abuelo dice la hora

El Abuelo
gorra de béisbol con el escudo despintado
suéter gris sin gorro
pantalón de mezclilla gastado de tanto uso
La Nieta
chaqueta de mangas rosadas acampanadas
cabello vivaracho y crayones
El Abuelo dice la hora
La Nieta come sus papitas a la francesa
«Cómete todo
A la una, vamos al parque
A las dos, iremos a casa de tu mamá»
El Abuelo dice la hora
Las manecillas de su reloj son grises
Quedan pocas horas
Tendrá que llevar pronto a la niña.

El Abuelo se cruza de brazos
El Hijo cumple con las horas de una condena
por lo cual se pierde estas horas junto a la niña
Crece tan rápido la chiquilla
El Abuelo pasa horas con la Nieta
Unas hojas de arce giran en el aire
La Nieta desea que estas caminatas por la tarde
que estos paseos en bicicleta nunca se acaben
A veces el Abuelo quiere contarle a ella sobre el Hijo
sobre las horas de él
Ella nunca presta atención
Tararea y sigue por su camino
Dice: «Mírame»
Y el Abuelo le hace caso.

El Hijo nunca pasó muchas horas con el Abuelo
Tanta angustia antes de partir
El Abuelo hizo silencio durante la presentación de los cargos
abrazó a la Abuela cuando se llevaron al Hijo
Se les hizo todo tan largo.

En el restaurante de comida rápida
el Abuelo se pregunta por qué
por qué no bastó con proveer
con levantarse cada mañana y trabajar
para su familia
como lo hizo el Bisabuelo
el Bisabuelo que en las tardes dormía y guardaba silencio
el silencio de los campos abiertos
en la cacofonía del lugar de trabajo
El Hijo nunca logró comprender
que los alimentos eran amor
que bastaba con trabajar para la familia
¿O a poco no?
Al Abuelo le gustaría contar con más horas para pensar al respecto.

La Nieta se come todas las papitas
y el Abuelo dice la hora:
«Es hora de ir al parque
antes de que te lleve con tu mamá»
La Nieta quiere quedarse
se acerca a unes niñes ruidosos
y un montón de pelotas coloridas de plástico
dice que quiere jugar
y el Abuelo la deja
La nieta se une a la diversión
luego luego hace amiguites
les dice que agarren muchas pelotas
y las tira por el aire
como una explosión
como fuegos artificiales
como una pila de hojas desparramadas
Al Abuelo no le gusta este sitio
Se siente fuera de lugar y restringido
pero se acomoda en esa silla de plástico y metal
Absorbe el momento
Deja correr el tiempo
Mira la hora
y luego cubre el reloj con la manga de su suéter.




Rosemary

Mi padre preguntó por ti
balbuceante
en su lecho de muerte
Yo me preguntaba que pediría él
pero solo pidió por ti
«¿Dónde está mi Rosemary?»
Yo no esperaba que vinieras
Llegaste aquel diciembre
Hablamos poco
Lo miramos dormir
Conversamos con mi familia
platicando de cosas sin importancia
Luego salimos los dos afuera a ponernos al día
Son momentos
a mitad de camino entre un detalle amable
y aquello que nos quedan para siempre
Agarrades de la mano en el sofá
como insinuando algo que en realidad nunca tuvimos
un abrazo fuerte en el frío
y después la pregunta:
«¿Necesitas alguna cosa, Romero?»
Así me llamabas
así y también «Rosemary»
porque sabías lo orgulloso que era yo
que me sentía de mi apellido
Qué bobo este mexicano
que no hablaba español
que no sabía que «Romero» quiere decir «Rosemary»
en vez de algo peligroso o varonil
o algo difuso
como yo me imaginaba
Yo refunfuñaba con rechazo e incredulidad
al pensar en esa delicada hierba
«Rosemary!»
Te reías con alegría
echándote a correr con tus largos cabellos sueltos
Mi Titania
Mi Rosemary
El apellido era todo tuyo si lo querías
Cuando regresaste aquel diciembre
no te reíste
tenías el cabello corto
y el rostro que conocía de antes
cargaba con más años
las mejillas pesadas
los ojos llenos de preocupación
Reparé en tu mirada
El resultado fue gris
Había en su reflejo algo de añoranza
pero supongo que era solo la mía.





Nota biográfica del traductor


Gabriel González Núñez
(Montevideo, Uruguay) es profesor titular de Traducción en La Universidad de Texas en el Valle del Río Grande. Ha publicado diez libros para niñes (Penguin Random House Uruguay 2019, 2020, 2021, 2022), el poemario Ese golpe de luz (FlowerSong Press 2020) y la plaqueta digital bilingüe El ciclo / The Cycle (Center for Latter-day Saint Arts 2020). También ha publicado poemas en revistas (p. ej., The Chachalaca Review) y antologías (p. ej., El paso de los años). Además es autor de la colección de cuentos Rumbos (Jade Publishing 2021). Ha publicado cuentos en revistas impresas y digitales.

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