Compartimos una selección de poemas de Carmen María López (Caravaca de la Cruz, Murcia, 1991), poeta e investigadora española. Autora del libro El cine en el pensamiento y la creación de Javier Marías (X Premio Internacional Academia del Hispanismo). Desde hace más de una década compagina su labor docente e investigadora con la escritura creativa. Sus obras han sido distinguidas en certámenes literarios: Premio de Poesía Albacara (2008), XXIV Premio de Narrativa “Encarnación Martínez Barberán” (2009), VIII Premio de Narrativa Ana María Aparicio Pardo (2010), Premio de Poesía de la Universidad de Murcia (2011) o Premio CreaMurcia de Literatura (2018). Su poemario Yo también anochezco (Ediciones Complutense, 2024) ha sido distinguido con el Premio Complutense de Literatura 2023.
PERO QUÉ BELLA TRAMPA
«Hoy es el día, hoy es el primer día,
y ya nunca seremos más jóvenes que ahora»
AMALIA BAUTISTA
Éramos muchachas pálidas o vírgenes suicidas,
proyectos de muchachas y una vida en borrador,
siempre una vida-cuaderno en borrador,
enjambres de muchachas picoteadas de sueños
o hecatombes de sueños
allí donde van a morir los días.
Nunca hubo nostalgia en nuestros ojos.
Vivir una trampa, pero qué bella trampa,
una trampa en que había
jóvenes con el rostro de Paul Newman
pantalones vaqueros
y veranos de luz inagotable
y crepúsculos rojos
y el sol dorando un poco
la carne sin estrías de nuestros muslos,
bicicletas y cartas manuscritas,
amores fosforitos
y un flujo de elixir, eso también.
Nos gustaba vivir. Era tan dulce
vivir, solo vivir, beberse toda
la vida
y de un solo trago
beber, seguir bebiendo
de tantos esplendores
que no importó el después.
Solo ese tiempo era el Tiempo.
Estatuas para siempre,
inmóviles estatuas.
Muchachas que traducen a Virgilio.
ENEIDA
Año 2007: sigo aquí en la vida.
La luz sobre el pupitre en clase de latín.
Traducimos la Eneida. Palabras de Virgilio
para un tiempo de asedios y nosotras
sedientas de luz y de poesía.
Abstraídas, compungidas,
el cerebro se aquieta para hallar
el sentido exacto
del genitivo triste
de un mundo antiguo.
Nuestras cabezas yacen ante el folio
como corderos muertos
que no se resignaran a estar muertos,
como corderos mansos
aprendiendo a vivir.
Libro II:
Descubres a Eneas y en sus hombros
la carga de su padre Anquises.
Ahí el pequeño Ascanio, ahí la sombra
efímera de Creúsa. Ahí también
tu eterno desasosiego y traduces
mientras ellos abandonan Troya.
Y tú te vas también, con ellos tú
también huyes del mundo y traduces
con fiebre de existir mientras el sol
cae oblicuo, entre el pupitre y tu pelo.
Ter conatus ibi collo dare bracchia circum…
Por tercera vez intenté cercar
su cuello con mis brazos.
No, no, no…
Por tres veces intenté rodear
su cuello con mis brazos.
No, no. Tampoco.
La lengua de Virgilio es ahora
un idioma en la niebla.
Imposible Creúsa, no vendrás
por más que Eneas cante
tu presencia y figura.
Las palabras nos fracasan
antes de ser escritas
en la preciosa cuadrícula azul,
nuestros emborronados cuadernos
y en ellos la extensión del mar Tirreno.
Las palabras son puentes levadizos
más allá de lo turbio de los siglos.
Libro IV:
Traduces con gesto incrédulo.
Dido se mata. Se arroja a la pira funeraria.
(¿pone eso en el folio o la has matado tú?).
Sí, sí. Se mata. No hay equívoco.
Tú no eres Dido, no lo eres,
pero tu vida
algunas tardes tristes se parece
a la carne de Dido, a su osamenta
calcinada. La pira no es un libro.
La pira funeraria
habita en las costuras de tu cuerpo.
Habita en ti.
Y Dido se adentra en el fulgor de la muerte.
Camina a la pira (o no camina, se arroja).
Y se quema y arde. Por amor
han ardido mujeres, se han quemado
ciudades. Tantos son los incendios
que una vida no basta.
Y traducir no basta.
Dido ya no existe. O existirá para siempre.
La pira funeraria está en tu cuerpo
de muchacha terrible.
Y entre el libro y la vida
todo el sol de la tarde
yace inmenso en la Eneida.
Y aún nos veo allí: aún sigue siendo
el año 2007. Rebobino mi vida:
muchachas melancólicamente prematuras
nacidas para gritar
no, Virgilio no ha muerto.
VULGARIDAD SAGRADA
«“Hagamos un paraíso”, dicen.
Aplanemos y planchemos el grosor de estas almas»
SYLVIA PLATH
Ya no quedan películas.
Películas que enciendan mi cerebro
de hogueras de preguntas.
Películas cuya urdimbre central
no sea la tram(p)a, el argumento.
Películas que no hablen de otra cosa
que no sea la vida
y desmadejen los hilos, los ovillos
a los que aún débilmente
se sujeta la vida.
Voy poco al cine. En las salas proyectan
thrillers de acción, biopics,
muchas de superhéroes
y la mercadotecnia ha sido siempre
un perro dócilmente adiestrado
un cachorro algunas tardes fiel.
Y luego está el ruido de las palomitas
al crujir en los dientes
de quien se sienta en la butaca izquierda.
Y el vacío en los rostros
me compunge el alma.
Y siento pena por los personajes.
Y por cómo nos han formateado el cerebro.
Y nos han inyectado cianuro en la alegría
quizá para aplacar las exequias de los sueños.
Y han robotizado nuestros cuerpos.
Y han hecho nuestros sus deseos
de vernos fracasar en la hondura de las cosas,
de vernos mermar en el cupo de la dicha
de vernos impasibles en
la rueda desquiciada de este mundo.
Así, así, esa rueda girando
y nosotras ahí dentro:
ninguna redención ni seguro retorno.
Y todo se parece a ese verso
de Sylvia Plath
sobre la falsedad de un paraíso
en que nos plancharán y aplanarán
el grosor de las almas.
Y qué haremos sin alma,
perros ciegos sin alma,
desnortadas cobayas
sin pasión y sin alma.
Y qué haremos después de estar vivas,
erguidas sobre el tiempo.
Querida Sylvia Plath:
rebobino mi vida y veo esto.
Veo muchachas que ya no van al cine.
Muchachas que se curan con papel celofán
los rasguños de estar sobre la vida.
Rebobino y las veo:
inmóviles sobre la curvatura
trágica de este precioso mundo.
Rebobino mi vida y las envidio
entre tanta inocencia y entre tanta
vulgaridad sagrada.
NO
«Si no te quema
ni te muerde al leerlo,
no es un poema»
HAIKU
No es un poema, no.
No intentes disfrazarlo de poesía,
falsear las suturas del lenguaje,
fingir que sí, que sí, mira: ¡palabras!
Que suenan bien bonito.
Que parezca la música, el concierto.
Que se afine la orquesta.
No será si no te dice miedo,
si no se llama herida
si no tiene dientes
ni te muerde
la piel hasta sangrarte
toda tu alegría.
No será si no te nombra
lo más oscuro y turbio
con las palabras más blancas,
como si ni siquiera lo escribieras tú,
como si lo invocara
la voz de un niño
un pájaro
y tu boca
se llenara de niños y de pájaros
y de nuevo el incendio
la mordida profunda
te ha quemado la piel
y el mundo ahora es ceniza.
RELECTURA/BALBUCEO/BORRADOR 2
Pero a mí nunca me quemó el poema.
Nunca en mí se derramó con sangre
ni hubo rito de un verbo enardecido
ni una voz hubo nunca
ni un yo gramatical
sino una voz ceniza
un hilo de ceniza
y una pregunta turbia
ardiendo en la garganta.
A LOS ARTISTAS MUERTOS
Algunas tardes tristes
en que una oscura pena
como un pozo de angustia
me aprieta el corazón,
escribo breves cartas
a los artistas muertos.
Querido Rilke:
¿Qué ha sido de tus ángeles
que creímos eternos?
Querida Anna Ajmátova:
¿Después de morir
aun se sigue muriendo?
¿Por qué fue todo en ti el sacrificio
o la crucifixión de un ciervo?
Querido Raymond Carver:
Sé sincero, ¿tú también conseguiste
aquello que querías en esta vida?
Querida Virginia Woolf:
¿Cuántas piedras metiste en tus bolsillos,
cuántas de ellas ahogaron
tu oscuro corazón?
Invento las preguntas e ignoro
que es la tarde quien me interroga a mí.
Y cae sobre mí, ingrata, amenazante.
Igual que los artistas muertos,
igual que el mundo en su tarea infalible,
yo también anochezco.
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Felicitaciones, Carmen María López.
Su poesía es de gran calidad estética.
Daniel Calero Solís
Centro Cultural Ecuatoriano Medardo Ángel Silva
Hermosas letras con estetica maravillosa!!!