Esta semana voy a compartir, en mi traducción al italiano, una selección de poemas del poeta venezolano Vicente Gerbasi. Su poesía se arraiga en el suelo venezolano y celebra la luz, el relámpago y los colores del trópico, manteniendo una actitud reverente hacia ellos. La luz es un elemento esencial en su poesía, lo que en la latitud del trópico propicia Los espacios cálidos (1952), uno de sus libros fundamentales. Pero al mismo tiempo una de las marcas de su singularidad es la ascendencia italiana que en su vida juega un papel importante. A los diez años se traslada de Venezuela a Florencia, donde vive y estudia. De sí mismo, cuando era niño, dijo Gerbasi: “La poesía se inicia cuando se / comienza a ver el mundo”.
Quisiera dejar un canto
para la eternidad,
enterrado en una vasija de barro
Vorrei lasciare un canto
per l’eternità,
sepolto in un recipiente di fango
PENUMBRAS SECRETAS
Encontré la desdicha al amanecer,
en un caballo que sangraba
con la cabeza un poco caída en la yerba
y el llanto de mi hermana de dos años
que había sido operada en el vientre.
Yo sentí un poco de sangre en las manos,
un dolor triste como un cabrito degollado,
una piel puesta a secar sobre las piedras.
Anduve por el aire frío de las últimas estrellas
donde moraban gallos dispersos,
y sentí mi propia presencia
en un árbol iluminado en el fondo de la casa.
El día acogió el caballo herido
con el llanto de mi hermana en los ojos.
El día me recluyó en los rincones oscuros.
Seguí siendo un triste que espanta las moscas de la tarde
o dibuja una iglesia rodeada de aves marinas.
PENOMBRE SEGRETE
Trovai la sventura al mattino,
in un cavallo che sanguinava
con la testa un po’ caduta nell’erba
e il pianto di mia sorella di due anni
che era stata operata al ventre.
Sentii un po’ di sangue nelle mani,
un dolore triste come una capretta sgozzata,
una pelle messa ad asciugare sopra le pietre.
Camminai per l’aria fredda delle ultime stelle
dove dimoravano galli dispersi,
e sentii la mia propria presenza
in un albero illuminato in fondo alla casa.
Il giorno accolse il cavallo ferito
con il pianto di mia sorella negli occhi.
Il giorno mi recluse negli angoli oscuri.
Continuai a essere uno triste che spaventa le mosche della sera
o disegna una chiesa circondata di uccelli marini.
ESCRITOS EN LA PIEDRA
En el valle que rodean montañas de la infancia
encontramos escritos en la piedra,
serpientes cinceladas, astros,
en un verano de negras termiteras.
En el silencio del tiempo vuelan los gavilanes,
cantan cigarras de tristeza
como en una apartada tarde de domingo.
Con el verano se desnudan los árboles,
se seca la tierra con sus calabazas.
Pero volverán las lluvias
y de nuevo nacerán las hojas
y los pequeños grillos de las praderas
bajo el soplo de una misteriosa nostalgia del mundo.
Y así para siempre
en torno a estos escritos en la piedra,
que recuerdan una raza antigua
y tal vez hablan de Dios.
SCRITTI NELLA PIETRA
Nella valle circondata da montagne dell’infanzia
troviamo scritti nella pietra
serpenti scolpiti, astri,
in un’estate di neri termitai.
Nel silenzio del tempo volano gli sparvieri,
cantano cicale di tristezza
come in una solitaria sera di domenica.
Con l’estate si spogliano gli alberi,
si secca la terra con le sue zucche.
Ma torneranno le piogge
e nasceranno di nuovo le foglie
e i piccoli grilli dei prati
sotto il soffio di una misteriosa nostalgia del mondo.
E così per sempre
Intorno a questi scritti nella pietra,
che ricordano una razza antica
e forse parlano di Dio.
LOS ENAMORADOS
Los rostros de los enamorados, en el césped,
se vuelven indiferentes, hacia el trueno,
hasta que brillen en la lluvia
que hace temblar las flores.
Entre durazneros y almendros,
que al giro de las estaciones
se cubren de abejas,
los enamorados
son un infinito instante,
el sueño del tiempo
estremecido en su propia tempestad.
El relámpago va huyendo
entre rosas y gallos.
El tiempo se hunde con ramas y nubes
en las charcas que de la lluvia
cerca de los enamorados
que eternamente olvidan
su propia historia,
abandonados al relámpago
y a un sabor de mieles silvestres.
GLI INNAMORATI
I volti degli innamorati, nell’erba,
restano indifferenti, verso il tuono,
finché brillano nella pioggia
che fa tremare i fiori.
Tra peschi e mandorli,
che al passo delle stagioni
si coprono di api,
gli innamorati
sono un infinito istante,
il sogno del tempo
tremante nella propria tempesta.
Il lampo sta fuggendo
tra rose e galli.
Il tempo affonda con rami e nubi
nelle pozze della pioggia
vicino agli innamorati
che eternamente dimenticano
la propria storia
abbandonati al lampo
e a un spore di miele silvestre.
HAY MUCHAS MANERAS DE ESTAR MUERTO
No quiero explicarme por qué mis ojos
pueden ver este castillo cubierto de hiedras
de verde muy oscuro y solitario
bajo los astros de los búhos,
ni por qué mis ojos pueden detenerse
a ver caer la nieve durante tanto tiempo,
hasta que arropa todos los muertos
y los deja allí con sus vestiduras
de diferentes colores en el hielo.
Mi padre fue enterrado en el trópico,
en Canoabo, y sus ojos, por tanto, no se helaron,
pero sí, tal vez, tuvieron que ver con otras cosas
muy distintas al frío,
sin duda, con culebras que perforan la tierra
y silban a orilla de los muertos
como a la margen de un lago
de juncales remotos y relámpagos.
Hay diferentes maneras de estar muerto,
aun estando vivo en medio de los planetas,
con nuestra cara semejante a la tierra
fotografiada desde Géminis 13,
viendo nuestros propios ojos
rodeados de huesos,
un poco más arriba de los dientes;
ensimismados en los ojos de los pescados
que nos miran en las pescaderías iluminadas.
Hay muchas maneras de estar muerto
y siempre nos es dado tomar nuestro cráneo
y ponerlo a reposar al borde de la tumba
o llevarlo al gran salón de baile,
como tal vez lo hizo Hamlet,
mientras Ofelia se ponía un velo de luna nevada,
ay, de luna nevada entre los abedules.
CI SONO MOLTI MODI DI ESSERE MORTI
Non voglio spiegarmi perché i miei occhi
possono vedere questo castello coperto di edera
di un verde molto scuro e solitario
sotto gli astri dei gufi,
né perché i miei occhi possono soffermarsi
a vedere cadere la neve per molto tempo,
finché ricopre tutti i morti
e li lascia lì con i loro indumenti
di colori diversi nel gelo.
Mio padre è stato sepolto nei tropici,
a Canoabo, e i suoi occhi, perciò, non si sono congelati,
ma se per caso dovettero vedere altre cose
molto diverse dal freddo,
senza dubbio, con serpenti che perforano la terra
e sibilano accanto ai morti
come al margine di un lago
di giunchi remoti e folgori.
Ci sono diversi modi di essere morti,
pur restando vivi in mezzo ai pianeti,
con la nostra faccia simile alla terra
fotografata dal Gemini 13,
vedendo i nostri stessi occhi
circondati dalle ossa,
un po’ più in su dei denti,
assorti negli occhi dei pesci
che ci guardano nelle pescherie illuminate.
Ci sono molti modi di essere morti
e ci è sempre concesso prendere il nostro cranio
e disporlo a riposare ai margini della tomba
o portarlo alla grande sala da ballo,
come fece forse Amleto,
mentre Ofelia indossava un velo di luna candida,
ahi, di luna candida tra le betulle
AQUÍ HE LLEGADO…
Aquí he llegado
para imponerme el conocimiento de la eternidad,
para ver rodar mi cabeza
tiempo abajo,
arena abajo,
alucinación abajo,
hacia el metálico redoble de los truenos
que confunden las montañas
en negros ámbitos azules.
Se detuvieron aquí las tribus,
se detuvieron aquí los profetas,
se detuvieron aquí los santos.
Venían las mujeres
y los niños.
Vestían pieles
de animales de los montes,
rudimentarios paños
a franjas de colores,
todos iluminados
en fuegos rituales.
Quisiera dejar un canto
para la eternidad,
enterrado en una vasija de barro,
un canto junto a mis huesos,
un salmo
para oír a Dios
en la música de un arpa,
para verlo en un fuego de nubes
sobre los pueblos siempre nuevos
edificando con la arena del desierto,
y para ver el desierto
que lleva su silencio
del día a la noche
como continuación del firmamento.
QUI SON GIUNTO…
Qui son giunto
per impormi la conoscenza dell’eternità,
per veder ruotare la mia testa
in giù nel tempo,
in giù nella sabbia,
in giù nell’allucinazione,
verso il rintocco metallico dei tuoni
che confondono le montagne
in neri ambiti azzurri.
Si sono fermate qui le tribù,
si sono fermati qui i profeti,
si sono fermati qui i santi.
Venivano le donne
e i bambini.
Vestivano pelli
di animali dei monti,
panni rudimentali
a frange colorate,
tutti illuminati
da fuochi rituali.
Vorrei lasciare un canto
per l’eternità,
sepolto in un recipiente di fango,
un canto vicino alle mie ossa,
un salmo
per ascoltare Dio
nella musica di un’arpa,
per vederlo in un fuoco di nubi
sopra i popoli sempre nuovi
che edificano con la sabbia del deserto,
e per vedere il deserto
che reca il suo silenzio
dal giorno alla notte
a continuazione del firmamento.
Vicente Gerbasi (Canoabo, Venezuela, 1913 – 1992). Poeta y ensayista venezolano, hijo de un inmigrante italiano, se trasladó a Italia y cursó los estudios secundarios en Florencia. De regreso a Venezuela, trabajó durante algún tiempo como publicista, pero pronto se entregó con enorme vocación a la literatura. Entre 1926 y 1941 fue miembro destacado del grupo y revista Viernes, junto a importantes poetas del momento. Perteneció al cuerpo diplomático de su país por largos años, representándolo en diversos países de América y Europa. Entre sus libros de poemas, cabe destacar: Vigilia del náufrago (1937), Liras (1943), Mi padre, el inmigrante (1945), Los espacios cálidos (1952), Círculos de trueno (1953), Por arte del sol (1958), Olivos de eternidad (1961), Poesía de viajes (Premio Nacional de Literatura 1969), Retumba como un sótano del cielo (1977), Los colores ocultos (1985), El solitario viento de las hojas (1990). En 1982 recibió el premio Coñac de poesía al mejor libro del año y fue nombrado además Profesor Honoris Causa de La Universidad Simón Rodríguez de Caracas.
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Artesano de la palabra. He tomado algunos de sus versos para mi homenaje en @tributoalapalabra
Gracias.
Tributo a la palabra