Este viernes quiero compartir con ustedes un poema que me parece entrañable. Pocas veces hablamos del amor entre personas que han pasado toda una vida juntos y que han visto encenderse y apagarse la llama de su pasión y también la alegría de la cotidianidad. En este caso se trata del poema «Amor tardío» de la poeta estadounidense Mona Van Duyn que fue merecedora del National Book Award y el Pulitzer de Poesía entre otros galardones.
La traducción corre a mi cargo.
Andrea Muriel
Amor tardío
“Lo que Dios estaba diciendo, a lo que se refería [en la historia de María y de Martha] era que los placeres de ese cabello, de ese perfume, deben de ser tomados. Porque los accidentes de la muerte nos privarán de ellos demasiado pronto. No debemos privarnos nosotros mismos, ni a nuestros amados, del lujo de nuestros extravagantes afectos. No debemos tratar de ponerlo en duda, negándonos a amar a aquellos a quienes amamos…”
Mary Gordon, Final Payments
Si en mi mente me caso contigo cada año
es para calmar una extravagancia de amor
con la costumbre apagada, pues ella se enciende feroz
y salvaje cuando olvido que vivimos
en habitaciones dobles cuya temperatura es controlada
por el termostato apagado del matrimonio.
Necesito la mnemotecnia, ahora que estamos viejos,
de juramentos y ley para rememorarlo.
Nuestros perros están muertos, nuestro hijo nunca se volvió realidad.
Podría acabarme, en mi falta de juicio, todo
el suministro humano de calor en ti
antes de poder pensar en los otros y desviarme.
“Amar” es encontrar querido lo familiar.
“Enamorarse” es que te tomen desprevenido.
Una vez, en la sospechosa cara que usas,
y otra vez, en la valoración de tus ojos,
tú cambias, y con una nueva dulce o hiriente palabra
encuentras nuevas entradas a mi más recóndito nervio.
Cuando te paras frente a la estufa, soy yo quien se revuelve.
Cuando terminas de trabajar yo descanso sin reservas.
En el día, algunas veces, nuestra carrera con tres piernas parece lenta.
Discusión adelante, nos fastidiamos por estar tan cerca.
Pero durante la noche nos recostamos como cuartos crecientes de Velcro,
nos volteamos juntos hasta re-adherirnos.
Desde ti, con pasos largos y una mejor visión,
me apuro a mí misma, para mantenerlo en condición,
con luz y renunciando de por vida a comidas de humo.
Como cuando un coleccionista atrapa a dos Monarcas de una
sola vez, cuyos frescos vuelos van de una hacia la otra
debajo de la red, así en nuestros votos yo re-imagino
y re-invoco aquello que nos mantiene juntos ya viejos.
Lo que intentas dar es más de lo que yo quiero recibir,
aún así cada mes cuando sostienes las tijeras para nuestra cita
y mi cabello recortado cae y cubre tus pies, yo creo
que la casa se ha llenado de nuevo con el olor del perfume.
Late Loving
“What Christ was saying, what he meant [in the story of Mary and Martha] was that the pleasures of that hair, that ointment, must be taken. Because the accidents of death would deprive us soon enough. We must not deprive ourselves, our loved ones, of the luxury of our extravagant affections. We must not try to second-guess by refusing to love the ones we loved . . .”—Mary Gordon, Final Payments
If in my mind I marry you every year
it is to calm an extravagance of love
with dousing custom, for it flames up fierce
and wild whenever I forget that we live
in double rooms whose temperature’s controlled
by matrimony’s turned-down thermostat.
I need the mnemonics, now that we are old,
of oath and law in rememorizing that.
Our dogs are dead, our child never came true.
I might use up, in my weak-mindedness,
the whole human supply of warmth on you
before I could think of others and digress.
“Love” is finding the familiar dear.
“In love” is to be taken by surprise.
Over, in the shifty face you wear,
and over, in the assessments of your eyes,
you change, and with new sweet or barbed word
find out new entrances to my inmost nerve.
When you stand at the stove it’s I who am most stirred.
When you finish work I rest without reserve.
Daytimes, sometimes, our three-legged race seems slow.
Squabbling onward, we chafe from being so near.
But all night long we lie like crescents of Velcro,
turning together till we readhere.
Since you, with longer stride and better vision,
my hurrying self, to keep it in condition,
with light and life-renouncing meals of smoke.
As when a collector scoops two Monarchs in
at once, whose fresh flights to and from each other
are netted down, so in vows I re-imagine
I re-invoke what keeps us stale together.
What you try to give is more than I want to receive,
yet each month when you pick up scissors for our appointment
and my cut hair falls and covers your feet I believe
that the house is filled again with the odor of ointment.
Mona Van Duyn (1921-2004) es una de las poetas más representativas de la literatura norteamericana del siglo XX. Originaria del estado de Iowa, dio clases en la Iowa State Teachers College y en la University of Iowa. Ganadora de los premios de poesía más importantes de su país como el Bollingen Prize (1971), National Book Award (1971) y el Pulitzer por su libro Near Changes(1991). De 1992 a 1993, fue Poeta Laureada, siendo la primera mujer en conseguir dicho reconocimiento. Murió de cáncer a la edad de 83 años.
Visitas: 0