Esta semana voy a compartir, en mi traducción al italiano, tres poemas del poeta chileno Pablo Neruda, sin duda una de las voces de mayor resonancia de la literatura latinoamericana del siglo XX. El éxito increíble de sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924) colocó a Neruda en la primera fila de la incipiente vanguardia chilena y dio al joven autor(el poeta tenía sólo 20 años) la confianza de seguir experimentando. A lo largo de toda su trayectoria poética, Neruda ofrece una imagen del artista como una especie de centinela, encargado de auscultar cada signo de vida, por insignificante que pueda parecer. El poeta dijo una vez: “me han preguntado cuándo escribí mi primer poema, cuando nació en mí la poesía. Era un poema dedicado a mi madre, es decir, a la que conocí como tal, al angélica madrastra cuya suave sombra protegió toda mi infancia.” Por este amor filial dedicado a una mujer a la que casi nunca Neruda llamó “madrastra”, sino simplemente “mamadre”, he decidido incluir también un poema dedicado a su figura (por supuesto no se trata del primer poema que escribió en su vida)
Compañeros, enterradme en Isla Negra,
frente al mar que conozco, a cada área rugosa
de piedras y de olas que mis ojos perdidos
no volverán a ver.
Compagni, seppellitemi a Isla Negra,
di fronte al mare che conosco, a ogni superficie rugosa
di pietre e di onde che i miei occhi perduti
non vedranno mai più.
CUERPO DE MUJER, BLANCAS COLINAS, MUSLOS BLANCOS
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar al hijo del fondo de la tierra.
Fui sólo como un túnel. De mí huían los pájaros,
y en mí la noche entraba en su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda
Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
¡Ah los vasos del pecho! ¡Ah los ojos de ausencia!
¡Ah las rosas del pubis! ¡Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue y el dolor infinito.
CORPO DI DONNA, BIANCHE COLLINE, COSCE BIANCHE
Corpo di donna, bianche colline, cosce bianche,
assomigli al mondo nel tuo atto d’abbandono.
Il mio corpo di rude contadino ti scava
e fa scaturire il figlio dal fondo della terra.
Sono stato solo come un tunnel. Da me fuggivano gli uccelli
e in me la notte entrava nella sua invasione possente.
Per sopravvivermi t’ho forgiata come un’arma,
come freccia nel mio arco, come pietra nella mia fionda.
Ma cade l’ora della vendetta, e ti amo.
Corpo di pelle, di muschio, di latte avido e fermo.
Ah le coppe del seno! Ah gli occhi di assenza!
Ah le rose del pube! Ah la tua voce lenta e triste!
Corpo di donna mia, persisterò nella tua grazia.
La mia sete, la mia ansia senza limite, il cammino indeciso!
Oscuri alvei dove la sete eterna continua,
e la fatica continua e il dolore infinito.
LA MAMADRE
La mamadre viene por ahí,
con zuecos de madera. Anoche
sopló el viento del polo, se rompieron
los tejados, se cayeron
los muros y los puentes,
aulló la noche entera con sus pumas,
y ahora, en la mañana
de sol helado, llega
mi mamadre, doña
Trinidad Marverde,
dulce como la tímida frescura
del sol en las regiones tempestuosas,
lamparita
menuda y apagándose,
encendiéndose
para que todos vean el camino.
Oh dulce mamadre
‑nunca pude
decir madrastra,‑
ahora
mi boca tiembla para definirte,
porque apenas
abrí el entendimiento
vi la bondad vestida de pobre trapo oscuro,
la santidad más útil:
la del agua y la harina,
y eso fuiste: la vida te hizo pan
y allí te consumimos,
invierno largo e invierno desolado
con las goteras dentro
de la casa
y tu humildad ubicua
desgranando
el áspero
cereal de la pobreza
como si hubieras ido
repartiendo
un río de diamantes.
Ay mamá, cómo pude
vivir sin recordarte
cada minuto mío?
No es posible. Yo llevo
tu Marverde en mi sangre,
el apellido
del pan que se reparte,
de aquellas
dulces manos
que cortaron del saco de la harina
los calzoncillos de mi infancia,
de la que cocinó, planchó, lavó,
sembró, calmó la fiebre,
y cuando todo estuvo hecho,
y ya podía
yo sostenerme con los pies seguros,
se fue, cumplida, oscura,
al pequeño ataúd
donde por vez primera estuvo ociosa
bajo la dura lluvia de Temuco.
LA MAMADRE
Ecco arrivare la mamadre,
con gli zoccoli di legno. Ieri notte
ha soffiato il vento polare, si sono rotti
i tetti, sono crollati
muri e ponti,
ha ululato la notte intera coi suoi puma,
e adesso, nel mattino
di sole gelido, arriva
la mia mamadre, signora
Trinidad Marverde,
dolce come la timida freschezza
del sole nelle regioni tempestose,
lanternina
minuta che si spegne
e si riaccende
perché tutti vedano il cammino.
Oh dolce mamadre
‑non ho mai potuto
dire matrigna‑,
adesso
la mia bocca trema per definirti,
perché appena
cominciai a capire
vidi la bontà vestita di poveri stracci scuri,
la santità più utile:
quella dell’acqua e delle farina,
e questo fosti: la vita ti ha fatto pane
e lì ti abbiamo consumato,
inverno lungo e inverno desolato
con le infiltrazioni d’acqua
dentro la casa
e la tua umiltà ubiqua
che sgranava
l’aspro
cereale della povertà
come se avessi deciso
di spartire
un fiume di diamanti.
Ahi, mamma, come ho potuto
vivere senza ricordarti
ogni mio minuto?
Non è possibile. Io porto
il tuo Marverde nel mio sangue,
il cognome
del pane che si spartisce,
di quelle
dolci mani
che tagliarono da un sacco di farina
i pantaloncini della mia infanzia,
di colei che cucinò, stirò, lavò,
seminò, alleviò la febbre,
e quando tutto era stato fatto,
e già potevo
sostenermi con piedi sicuri,
se ne andò, cortese, oscura,
nella piccola bara
dove per la prima volta trovò riposo
sotto la dura pioggia di Temuco.
WALKING AROUND
Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.
WALKING AROUND
Succede che mi stanco di essere uomo.
Succede che entro nelle sartorie e nei cinema
avvizzito, impenetrabile come un cigno di feltro
che naviga in un’acqua di origine e cenere.
L’odore dei parrucchieri mi fa piangere a grida.
Voglio solo un riposo di pietre o di lana,
voglio solo non vedere stabilimenti né giardini,
né mercanzie, né occhiali, né ascensori.
Succede che mi stanco dei miei piedi e delle mie unghie
e i miei capelli e la mia ombra.
Succede che mi stanco di essere uomo.
Eppure sarebbe delizioso
spaventare un notaio con un giglio reciso
o dare morte a una monaca con un colpo d’orecchio.
Sarebbe bello
andare per le strade con un coltello verde
lanciando grida fino a morire di freddo.
Non voglio continuare ad essere radice nelle tenebre,
vacillante, disteso, tremante di sonno,
verso il basso, nelle viscere bagnate della terra,
assorbendo e pensando, mangiando ogni giorno.
Non voglio per me tante disgrazie.
Non voglio continuare di radice e di tomba,
di sotterraneo solo, di cantina con morti
intirizzito, morendo di pena.
Per questo il giorno di lunedì arde come il petrolio
quando mi vede arrivare con la faccia di carcere,
e ulula al suo passaggio come una ruota ferita,
e fa passi di sangue rovente verso la notte.
E mi spinge in certi angoli, in certe case umide,
in ospedali dove le ossa escono dalla finestra,
in certe calzolerie con odore di aceto,
in strade spaventose come crepe.
Ci sono uccelli color zolfo e orribili intestini
che pendono dalle porte delle case che odio,
ci sono dentiere dimenticate in una caffettiera,
ci sono specchi
che avrebbero dovuto piangere di vergogna e spavento,
ci sono ombrelli in ogni luogo, e veleni e ombelichi.
Io passeggio con calma, con occhi, con scarpe,
con furia, con oblio,
passo, attraverso uffici e negozi d’ortopedia,
e cortili dove ci sono panni stesi su un fil di ferro:
mutande, asciugamani e camicie che piangono
lente lacrime sporche.
Pablo Neruda (Chile, 1904 – 1973). Poeta y diplomático, una de las voces más destacadas del siglo XX. Llega a España en 1934 donde entra en contacto con los poetas de la generación del 27, entre ellos, García Lorca, Alberti y Aleixandre. La guerra civil española marcará uno de los acontecimientos más decisivos en su visión personal y creativa. En 1945 ingresa al partido comunista. Entre sus libros destacan: Crepusculario (1923), Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), Residencia en la tierra (1925-1935), Canto general (1950), Los versos del capitán (1952), Odas elementales (1954), Memorial de Isla Negra (1964) y el libro de memorias Confieso que he vivido (1974). En 1971 obtuvo el Premio Nobel de Literatura. Sus poemas han sido traducidos a más de 30 idiomas. Muere el 23 de septiembre de 1973, a pocos días del golpe militar de Pinochet.