Vuela Palabra

JESSICA SANTIAGO: «Cómo le hago de otra forma si soy lo que le queda»

Estoy muy contenta de compartirles estos poemas de Jessica Santiago (Oaxaca, 1991). Todos poemas de viajes y viajeros en donde, al partir de figuras históricas y mitológicas como Marco Polo, Penélope o Telémaco, la autora se adentra en las más profundas emociones y los más cotidianos miedos. Me encanta el tono sencillo y directo pero la complejidad de las imágenes que Jessica genera en estos textos. Ojalá les gusten también.


Andrea Muriel

Marco Polo I

Hay algo en este cuarto que se instala en mis ojos
y me deja observándome las manos y el mar en mis piernas.
Marco Polo,
ni tu padre lo imagina:
su sangre quedándose a vivir y a morir conmigo,
en este calor, en esta parte del mundo.
Marco Polo, me dejaste en el cabello el aroma de tu Norte,
del continente que llevas en los sueños.
Aquí hallaste tus mejores pesadillas
al descubrir que no existe más allá que este presente en nuestros cuerpos.
Tanto viaje, tantos puertos y la historia de estas vidas tatuada en nuestros brazos,
tanto océano descubierto en tu espalda, en tu nuca, Marco Polo.
Que amanezca ya para volver, para reconocernos
en esta impaciente ribera que te aguarda.

 

Oración de Penélope

¿En qué guerras juegas ahora, viajero?
¿En qué puerto buscas no atracar?
Hace más de diez años que no vuelves.
Déjame ser la que conozca tus secretos,
abandóname al lastre de verte volver
           no importa cuándo, ni cómo,
pero vuelve conmigo.

Con una sola esperanza, vieja y triste
estoy confinada a la ventana y al espejo en que temeroso
te buscarás, algún día.

El amor no era tu fin, Ulises, y nunca más será el mío.
El amor es desayuno de lágrimas y
noches en solitario; el amor en las palabras
en todas las cartas que espero
y que he escrito. Yo te espero, pues,
no para el amor, no para tenerte,
sino para escuchar tu camino;
para oírte cómo temes el viaje por tierras eternas,
te espero a que descubras, por brazos que no
te sientan ni te conozcan como yo.
¿Vendrás, Ulises, a mirarme una vez más esta impaciencia?
Tú regresa, viajero,
regresa tranquilo y hermoso
no importa lo roído de este puerto
ni la fatiga de estas manos,
vuelve y déjame adivinarte el tiempo en la mirada.

 

Telémaco

Para Ibán, para Ulises

volvió tan otoño,
marrón el cielo de casa:
maravilla de sus diez años.
Volvió de nuevo, Telémaco
a rompernos juntos los caballos.

¿Cómo hacerlo de otra forma?

¿Cómo le hago de otra forma si soy lo que le queda?

Las golondrinas y nieves de enero
han dejado hoy la ciudad,
          ya era tiempo de él,
de llevarlo a la calle       al zoológico
y enseñarle los animales que detrás de sus jaulas,
resignan el cuerpo,
sosiegan la tempestad que antaño quemó por dentro.
          Se parecen a mí, pienso.
Desembarca tu hijo, Ulises, en la marea de hojas que
a la cocina y al patio inundan:
periódicos, páginas de diarios, cartas,
árboles caídos de brazos.
          Se parecen a mí, pienso.
Mientras sostengo de la mano el ímpetu de mi hijo,
que se inventa palabras porque las ve en el mundo,
que pregunta por su padre porque no lo ve en el mundo.
Volvemos, Telémaco y yo, dos seres viejos.
Ya era tiempo de él, pienso,
que después de todo
          se parece a ti.

 

Arpones sobre la cama

Espero el tiempo que se pide cuando se muere uno.
Esperaré diez minutos. Esperaré diez, veinte años.
Allá viene el sábado de gloria,
allá viene Ahab con el arpón en la espalda,
a decirme que yo era su Moby Dick,
a recordarme que hace tiempo, no sé cuánto, dijimos tierra,
vigilia, abstinencia, privación, penitencia,
y comprendimos qué olvidada se siente una cuando amanece viuda.
Cuando solo se tiene el mar y una soga en las manos.

 

A Marco Polo se le niega el regreso al lecho matrimonial

No vuelvas a este puerta
a esta llaga que supura
tu nombre

¿Cómo te lo digo
si no puedo creerlo?

Te destierro
Esta tierra ya no es más
nuestra
ya no seré contigo, ya no serás

Cómo pican a mis piernas
estas pulgas, este frío y el recuerdo
que me inventa la memoria

para salir de la cama, para sentirme
la cama

Fue tu tacto en mi estómago
y la marea que te sigue a todas partes
lo que cegó mis veinte años

Y esta noche no es verdad, ni aquella
ni la otra
Tú no eres ese poeta, triste marinero
de quien espero que se caiga una palabra,
un alacrán luminoso, un labio inferior
lleno de fríos Te amo
No.

Pero esa noche
ah, Marco Polo
la única noche
en que supe que fuimos reales
bandido, truhan, hermoso amor mío

Tenía reservadas para ti
cientos de hojas blancas, mis mejores tintas
la palma entera de mi mano
y mis veinte dedos
Todo era para ti, Marco Polo

Pero a la mitad de ese día
desvié el camino
viajé en el tiempo y me vi
morados los ojos de tanto esperarte
blanca la piel de puro llamarte
en la madrugada
y mis hijos, locos
maldiciéndote porque no eres su padre

Y entonces volví, desvié el camino
y oscurecieron mis ojos
yo solo quiero recordar esa noche
Marco Polo
en que volvimos en el tiempo
en que fuimos reales

 

Jessica Santiago (Oaxaca, 1991). Estudió la licenciatura en Humanidades y se especializó en Literatura. Colaboró en la revista oaxaqueña El Jolgorio Cultural. Ha publicado en la antología Poetas Parricidas, ha escrito artículos sobre artistas plásticos y algunos poemas suyos aparecen en revistas digitales. Impartió clases de Literatura y Español, fue bibliotecaria y actualmente trabaja como jefa de redacción.

 

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2 comentarios en “JESSICA SANTIAGO: «Cómo le hago de otra forma si soy lo que le queda»”

  1. Leyendo a Jessica Santiago me pregunto por el juego del tiempo y la memoria, por la necedad de clasificar obras y autores por décadas. No existe proximidad, contacto mental si mi mente viaja por personajes, hechos, por la historia del mundo? Jessica Santiago, qué grande eres. Has conectado mi alma con una imagen aventurera y mítica, has enlazado el tiempo de una manera personal y deliciosa. Qué bueno tener está oportunidad gracias a la revista Vuela palabra.

  2. Alonso Perez Marchelli

    He disfrutado con esta expresión poética de Jessica Santiago. He leído y releído su Marco Polo y voy a buscar lo que ha escrito hasta ahora. Es una voz muy particular y VuelaPalabra debe estar atenta a esta nueva estrella de la poesía latinoamericana y universal.

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