Esta semana quisiera compartir, en mi traducción al italiano, una muestra de poesía del poeta argentino Héctor Viel Temperley, cuyos poemas se han convertido en objeto de culto para las nuevas generaciones de lectores. “Empezó a interesarme la poesía que me permitía no solamente esconderme sino evadirme y hacer un mundo, tener un mundo”, dijo Héctor Viel Temperley en 1987, en ocasión de la única entrevista que concedió a Sergio Bizzio, poco antes de morir, para la revista Vuelta Sudamericana.
Soy un Adán del fin,
no del principio.
Mi paraíso tiene un árbol,
pero color del estallido.
Sono un Adamo della fine
non del principio.
Il mio paradiso ha un albero,
ma color dell’esplosione.
EL NADADOR
Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada.
Soy el hombre que quiere ser aguada
para beber tus lluvias
con la piel de su pecho.
Soy el nadador, Señor, bota sin pierna bajo el cielo
para tus lluvias mansas,
para tus fuertes lluvias,
para todas tus aguas.
Las aguas como lonjas de una piel infinita,
las aguas libres y la de los lagos,
que no son más que cielos arrastrados
por tus caídos ángeles.
Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada.
Tuyo es mi cuerpo, que hasta en las más bajas
aguas de los arroyos
se sostiene vibrante,
como en medio del aire.
Mi cuerpo que se hunde
en transparentes ríos
y va soltando en ellos
su aliento, lentamente,
dándoselo a aspirar
a la corriente.
Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada
hasta las lluvias
de su infancia,
que a las tardes crecían
entre sus piernas salpicadas
como alto y limpio pajonal que aislaba
las casonas
y desde sus paredes
celestes se ensanchaba.
Soy el nadador, Señor, el hombre que nada
por la memoria de las aguas
hasta donde su pecho
recuerda las pisadas,
como marcas de luz, de tus sandalias.
Y recuerda los días cuando el cielo
rodaba hasta los ríos como un viento
y hacía el agua tan azul que el hombre
entraba en ella y respiraba.
Soy el hombre que nada hasta los cielos
con sus largas miradas.
Soy el nadador, Señor, sólo el hombre que nada.
Gracias doy a tus aguas porque en ellas
mis brazos todavía
hacen ruido de alas.
IL NUOTATORE
Sono il nuotatore, Signore, sono l’uomo che nuota.
Sono l’uomo che vuol essere fonte
per bere le tue piogge
con la pelle del suo petto.
Sono il nuotatore, Signore, stivale senza gamba sotto il cielo
per le tue piogge miti,
per le tue forti piogge,
per tutte le tue acque.
Le acque come fette di una pelle infinita,
le acque libere e quella dei laghi,
che altro non sono che cieli strappati
dai tuoi angeli caduti.
Sono il nuotatore, Signore, sono l’uomo che nuota.
Tuo è il mio corpo, che persino nelle più basse
acque dei ruscelli
si sostiene vibrando,
come in mezzo all’aria.
Il mio corpo che affonda
in fiumi trasparenti
e solo in loro va
il suo fiato, lentamente,
offrendolo da aspirare
alla corrente.
Sono il nuotatore, Signore, sono l’uomo che nuota
fino alle piogge
della sua infanzia,
che nella sera crescevano
tra le sue gambe schizzate
come stoppia alta e pulita che isolava
le abitazioni
e dalle sue pareti
celesti si allargava.
Sono il nuotatore, Signore, l’uomo che nuota
per la memoria delle acque
fino a dove il suo petto
ricorda le orme,
come segni di luce, dei tuoi sandali.
E ricorda i giorni in cui il cielo
ruotava fino ai fiumi come un vento
e fino all’acqua così azzurra che l’uomo
vi entrava e respirava.
Sono il nuotatore che nuota fino ai cieli
con i suoi vasti sguardi.
Sono il nuotatore, Signore, solo l’uomo che nuota.
Rendo grazie alle tue acque perché in esse
le mie braccia ancora
fanno rumore di ali.
HOSPITAL BRITÁNICO
Mes de Marzo de 1986
Pabellón Rosetto, larga esquina de verano, armadura
de mariposas: Mi madre vino al cielo a visitarme.
Tengo la cabeza vendada. Permanezco en el pecho de
la Luz horas y horas. Soy feliz. Me han sacado del mundo.
Mi madre es la risa, la libertad, el verano.
A veinte cuadras de aquí yace muriéndose.
Aquí besa mi paz, ve a su hijo cambiado, se prepara
-en Tu llanto- para comenzar todo de nuevo.
OSPEDALE BRITANNICO
Mese di marzo 1986
Padiglione Rosetto, lungo angolo d’estate, armatura
di farfalle: mia madre è venuta in cielo a visitarmi.
Ho la testa bendata. Rimango sul petto della
Luce ore e ore. Sono felice. Mi hanno tirato fuori dal mondo.
Mia madre è il riso, la libertà, l’estate.
A venti isolati da qui giace morendo.
Qui bacia la mia pace, vede suo figlio cambiato, si prepara
-nel Tuo pianto- a cominciare tutto di nuovo.
LARGA ESQUINA DE VERANO
La boca abierta al viento que se lleva a las
moscas, el tiburón se pudre a veinte metros. El
tiburón se desvanece, flota sobre el último asiento
de la playa del ómnibus que asciende con las ratas
mareadas y con frío y comienza a partirse por la
mitad y a desprenderse del limpiaparabrisas, que en
los ojos del mar era su lluvia.
Me acostumbré a verlas llegar con las nubes para
cambiar mi vida. Me acostumbré a extrañarlas bajo
el cielo: calladas, sin equipaje, con un cepillo de
dientes entre sus manos. Me acostumbré a sus
vientres sin esposo, embarazadas jóvenes que odian
la arena que me cubre.
LUNGO ANGOLO D’ESTATE
La bocca aperta al vento che si porta via le
mosche, lo squalo marcisce a venti metri. Lo
squalo svanisce, galleggia sopra l’ultimo sedile
della spiaggia dell’autobus che sale con i ratti
nauseati e con il freddo e comincia a dividersi a
metà e a staccarsi dal tergicristallo, che negli
occhi del mare era la sua pioggia.
Mi sono abituato a vederle arrivare con le nubi per
cambiare la mia vita. Mi sono abituato a rimpiangerle sotto
il cielo: silenziose, senza equipaggio, con uno
spazzolino tra le mani. Mi sono abituato ai loro
ventri senza sposo, giovani incinte che odiano
la sabbia che mi copre.
ISLA SAN MARTÍN
Frente a las arenas
de la isla San Martín,
como un ángel en las puertas
del paraíso
hay un cartel que dice
“prohibido bañarse”.
Pero ni más arriba ni más abajo,
ni a la derecha ni a la izquierda,
dice que lo prohibido esté prohibido
siempre y para todos.
¿Está prohibido porque el agua
puede arrastrar una flor?
¿Está prohibido porque el guardabosques
no es nadador?
¿Está prohibido porque las cataratas,
al atardecer,
están bajo un naranjo, hay jugo de naranjas
mezclado en sus aguas?
Con un vivísimo deseo nado.
Pero nado de tarde.
De noche pienso en el agua,
en la pequeñita agua de los vasos de agua
obligada a saltar desde tan alto
para que nuestra América sea hermosa,
para mojar el aire,
para vengar a hombres y animales
de tanto verde en sus peñascos blancos.
Aunque tiemble de miedo, el agua pequeñita.
ISOLA DI SAN MARTÍN
Di fronte alla sabbia
dell’isola di San Martín,
come un angelo alle porte
del paradiso
c’è un cartello che dice
“vietato fare il bagno”.
Però né più in alto né più in basso,
né a destra né a sinistra,
dice che ciò che è vietato sia vietato
sempre e per tutti.
È vietato perché l’acqua
può strappare un fiore?
È vietato perché il guardaboschi
non è un nuotatore?
È vietato perché le cascate,
all’imbrunire,
sono sotto un arancio, c’è succo di arance
mischiato alle sue acque?
Con un vivissimo desiderio nuoto.
Ma nuoto di pomeriggio.
Di notte penso all’acqua,
all’acqua piccolina dei bicchieri d’acqua
obbligata a saltare da così in alto
affinché la nostra America sia bella,
per bagnare l’aria,
per vendicare uomini e animali
per il tanto verde nelle sue rupi bianche.
Benché tremi di paura, l’acqua piccolina.
CREO QUE LA MUERTE ES ALGO
Creo que la muerte es algo
que se puede pensar
hasta sin cerebro.
Uno pasa por delante
de algunas casas
y las oye pedir muerte.
Qué destino
el de esos nuevos frentes
de casas de departamentos.
Yo he escuchado a sus materiales
pedir muerte,
volver a ser lo que eran
antes, en cualquier parte.
Me lo piden a mí
que oigo pensar su muerte
cuando paso a su lado
y oyen pensar la mía.
CREDO CHE LA MORTE SIA QUALCOSA
Credo che la morte sia qualcosa
che si può pensare
perfino senza cervello.
Uno passa davanti
ad alcune case
e le sente chiedere la morte.
Che destino
quello di quei nuovi fronti
di case di dipartimenti.
Ho ascoltato i loro materiali
chiedere la morte,
tornare ad essere ciò che erano
prima, ovunque.
Lo chiedono a me
che sento pensare la loro morte
quando gli passo accanto
e sentono pensare la mia.
Héctor Viel Temperley (Buenos Aires, Argentina, 1933 – 1987) es considerado como un autor de culto, reivindicado por muchos autores jóvenes de habla hispana. Entre sus libros destacan: El Nadador (1967), Humanae vitae mia (1969), Plaza Batallón 40 (1971), Febrero72-Febrero73 (1973), Carta de marear (1976), Legión Extranjera (1978), Crawl (1982) y Hospital Británico (1986), construido en forma de un único poema largo y cuyo título hace referencia a la institución de salud donde realizó su tratamiento por la enfermedad que sufría. Su biografía está poco documentada y solo concedió una entrevista en vida, el mismo año de su fallecimiento. La misma fue realizada por Sergio Bizzio y ha sido publicada por algunas revistas como Bichito Editores (en cuya web se puede leer completa) o Vuelta Sudamericana. Sus poemas han sido traducidos a varias lenguas y en 2003 se publicó su obra completa bajo el sello Ediciones del Dock.