Leeremos una selección de poemas de Nicolás Antonioli (Florida, Buenos Aires, Argentina, 1985). Escritor, editor y gestor cultural. Director y fundador de La Juntada-Festival Internacional de Poesía Joven con sede en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Director de la editorial Baldíos en la Lengua (www.baldiosenlalengua.wordpress.com).
Ha publicado los libros de poesía: sentires del alma (2004), se necesitan ojos (2005), muñecas/maniquí/muñecas (2009), mansalvar (2012), mano emplumada (2013), monólogo alucinado e interminable del sargento Cabral (2013) y las carnes ayunas (2017). Antologado en varias compilaciones de poesía en Argentina, México, Cuba, Colombia, Bolivia, Honduras y España.
Premio Binacional de Poesía Argentino-Boliviano del Ministerio de Cultura de Argentina y del Ministerio de Cultura del Estado de Cochabamba (Bolivia), 2014.
Su obra fue traducida al quechua, inglés, montenegrino, macedonio y alemán.
Del libro las carnes ayunas, 2017
LA BESTIA FIRMA con frenesí
durante la noche decretos de hambre
habla torpemente
de su verdad de hombre falible
ni las hormigas salieron este otoño
apenas las larvas de polilla
eclosionaron en la angustia
no hubo jazmín del país
destrozado por la fuerza protectora de animales
la seña vegetal
flores de negación
se carece se apaga adrede
alguien declama o
muere a continuidad
¿el tiempo?
se esperan relámpagos
y más voces que ahorquen
3° movimiento
A Berta Cáceres
Por su lucha que es elemento
de resistencia
viva, o sea
sin muerte jamás
“¿Quién está ahí?”
o en la otra habitación
nos observan abren puertas
cierran ventanales
apagan la luna cobardemente
incapaz de detener la marcha
en su respiración se entrecorta
y el mundo plagado
en su feminidad acontece
por fuera del halo su
fulgurante desolación
ahí se estremece en la gimiente herida que
una bala ha poblado de sangre
acaso la emboscada se sumerge en la impunidad
Pero “¿Quién está ahí?”
el vértigo de un dedo en el gatillo nos arrecia
mas no provoca el silencio
todos los que están
en la palabra lenca
que además de femenina orfandad salvaguarda
“¿Quién está ahí?”
en su amparo de agua
en su envolvente humedad
las trizas de la mujer
que ahora mismo reincide
en la tierra riendo
riendo ahora sin tiniebla
en los ojos de sangre
sin la voz
pero con el grito ahogado
al atravesarse de misterio
Pero “¿Quién está ahí?”
preguntóse retóricamente en la incesante curiosidad
que irrumpe como la muerte de una flor
nada más promiscuo que
una vida obligada a la prohibición
aquello que entrara a interrumpir
el pulso de la voz que indaga a la especie
a la mujer que pregunta con decidida voz
que se acerca a lo que no se ve
De la plaqueta diecinueve, 2018
Genocida
nacerá monstruo
vivirá como humano aparente
se alimentará de los restos del cierzo
y de las sombras
roerá huesos y olvido
como criatura destemplada del mundo
se arrastrará
el decir lo atormentará en los suburbios de sus pensamientos
transcurrirá con dolores profundos en su interior
con una falta grave con una torpeza para amar
sus cinco tentáculos su sangre diferente
su debilidad y las enfermedades múltiples
lo atormentarán hasta el último día
y morirá como una partícula menor
como un ser innecesario
y arderá
y arderán sus ojos y su seudoboca amorfa
y su voz tácita
engendro como es
nunca podrá pronunciar
la palabra “madre”
sin herirse a sí mismo
Poemas inéditos
Cambios atmosféricos
El cielo
la atmósfera suspendida
en su mismo jugo
su misma esencia de aire viciado
gases tóxicos espasmos divinos
no oís el silencio sepulcral de los pájaros del barrio?
ni aleteos que revuelvan la espesura de la tarde
las chicharras
de los últimos días de marzo
siguen emitiendo un canto íntimo
casi espeluznante
juegan con las ráfagas del silencio más autóctono
amenaza la tranquilidad de la Pampa
las tardes de asfixia
sin sombras ni orfandad
los pájaros mudos apenas
si improvisan un leve vuelo
entre los árboles detenidos
la expectación de las aves
la pesada y lenta espera
de que todo recomience
con rituales paganos
en los paseos públicos
sembrados de muertos y alienación
de ojos abiertos
al desfiladero de lo posible
pájaros callados
que se niegan a cantar a hablar
que pacientes esperan
la consumación de la venganza
que la naturaleza haga el trabajo sucio
oh sí oh sí
La imaginación
es difícil imaginar en ausencia de sentido
reconstruir con palabras
lo que no pertenece al lenguaje
el río definitivamente no está
ni en la palabra río
ni en el recuerdo del río
ni en el sueño del río
ni en la imagen acústica
ni en las determinaciones
que puedan ensayar la mente
la imaginación no alcanza
si para algo sirve todo esto
es para demostrarnos
traernos a la realidad
a la simple mendicidad
de lo que estando al alcance
fue ignorado repelido
la fragilidad de la especie
la conciencia de saber que una mosca
es más libre que el pensamiento del primer hombre
el pensamiento colectivo
de toda la humanidad
en este momento se aplasta
se desintegra
la pregunta por el desamparo
la pregunta por el futuro
que se agenció
plagado de extinciones sucesivas
denotarán la involución
la desazón del planeta
ante la siniestra plaga
de los humanos
ese bicho maldito
que lo echó a perder todo
en unas semanas o siglos o eras
o tiempos antediluvianos
suspendidos en el cosmos
en el espacio abierto
en los mundos posibles
en los ríos posibles las cordilleras posibles
los seguramente mares que nadie escribirá
La udumbara
«Me parece que la udumbara se asemeja o es más bien un Universo
antes que cualquier elemento mundano. Un Universo poético constituido
por un único verso que tiembla erguido que contiene a toda la poesía
que todavía no se escribió y probablemente jamás exista por lo mágico misterioso
y terrígena de su origen».
N.A.
Una cactácea o árbol
o insecto o larva o
mito o poema heroico y altivo
una planta que desafía a la muerte
seres de otro tiempo
recubiertos de espinas
refulgen
de cara a la atmósfera austral
a la piedra de infinitos ecos
de las profundidades
es vana entonces
la pregunta por la ciega voz
que emanan esas ánimas
me dije musité
ante la flor de udumbara
que camufla su misterio sin fin
transfigurada en neuróptera
para inflorescer en tres milenios
para volver a posarse
levemente
sobre el mundo ya sin hombres
sin caos latente
sin riesgos de destrucción
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