Vuela Palabra

«La muerte es soportable cuando es la propia», un poema de Aleda Shirley

El día de hoy les comparto un poema de Aleda Shirley en mi traducción. Ella fue una poeta estadounidense autora de Chinese Architecture, 1986, Long Distance, 1996 y Dark Familiar, 2006, de donde proviene este poema. Ojalá lo disfruten. 

Andrea Muriel

Café, negro sobre marrón

Cuando pienso en ti, a mitad de la noche
cuando no puedo dormir, se apodera de mí una frenética
necesidad de empacar & aún así, no puedo juntar mis cosas,
las cosas que necesito & aquellas que no se pueden remplazar si las dejo

detrás. Vagabundeo en una inmensa & extraña
casa que guarda semejanza con lugares
en los que he vivido, excepto que aquí los cuartos siguen llevando
a otros cuartos, cada uno más oscuro que el anterior

esquinas tenebrosas donde no me puedo imaginar colocando una silla
o encendiendo una lámpara. Puede mirarse el invierno
desde una ventana alta. Desesperanzados planes del blanco
interrumpidos por una línea de árboles, las ruinas de un granero de tabaco

donde mi abuelo trabajó hace medio siglo,
un coche plateado yendo muy rápido en una carretera rural.
Detenidos, frotados como una piedra de hematita de la suerte,
los hechos azarosos que se presentan en la mente brillan

con una promesa de revelación: aprendí recientemente
que las estatuas de la Isla de Pascua, que he visto
en fotografías cientos de veces, en realidad dan la cara al interior;
no miran hacia el mar. Hubo una noche,

en un interminable viaje de Chicago a casa,
donde vi, desde la carretera, un campo en llamas,
granjeros conduciendo un incendio controlado, rojos remolineando
tan fuerte contra el cielo que las estrellas se movían

hacia atrás. Todo esto, todo esto & más he dejado sin decir,
lo que siento en el cuarto oscuro cuando estoy juntando salvajemente
suéteres & fotografías & deslustrados tenedores de plata,
es por lo cual cada día es menos posible encontrar el vacío que la ausencia

de Dios dejó en el mundo. La muerte es soportable
cuando es la propia: no estarás ahí la próxima vez
que las azáleas blancas incendien los prados del sur
& un aria resuene por las ventanas de una sala

o cuando lo ordinario del sonido, el cascabel de las noticias de la tele de cable,
amargo y seco, se caiga. Por mucho tiempo pensé en ti
como el que se había ido , pero ahora, a la mitad de la noche,
el rostro que veo en la ventana del coche que acelera es la mía.

 

 

 

 

Brown, Black on Maroon

When I think about you know, in the middle of the night
when I can’t sleep, I’m seized by a frantic
need to pack & yet I can’t get my things together,
the things I need & those that can’t be replaced if I leave

them behind. I’m wandering through a vast strange
house that bears some resemblance to places
I’ve actually lived, except the rooms keep opening up
to other rooms, each darker than the one before,

tenebrous corners where I can’t imagine placing a chair
or lighting a lamp. There’s a view of winter
from a high window, hopeless planes of white
interrupted by a line of trees, the ruins of a tobacco barn

where my grandfather worked half a century ago,
a silver car moving too fast down a country road.
Held, rubbed round like a lucky piece of hematite,
the random facts that lodge in the mind glow

with a promise of revelation: I learned recently
that the statues on Easter Island, which I’ve seen
in photographs a hundred times, actually face inland;
they do not look out to sea. There was a night,

on an endless drive home from Chicago,
when I saw from the highway a field in flames,
farmers conducting a controlled burn, red swirling
so hard against the sky that the stars moved

backward. All this, all this & more I’ve left unsaid,
what I feel in the dark room when I’m wildly gathering
up sweaters & photographs & tarnished silver forks,
is why it grows less possible each day to map the void God’s

absence has scooped from the world. Death’s bearable
when it’s your own: you won’t be there the next time
the white azaleas ignite on the lawns of the south
& an aria drifts out from the windows of a living room

or when the sound’s coarse, the rattle of news on cable TV,
a dry bitter fall. For a long time I thought of you
as the one who left, but now, in the middle of the night,
the face I see in the window of the speeding car is my own.

 

Aleda Shirley (Mayo 2, 1955 – Junio 16, 2008) fue una autora estadounidense. Es autora de Chinese Architecture, 1986, Long Distance, 1996 y Dark Familiar, 2006.

 

 

 

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