Vuela Palabra

Diez mujeres escritoras-Vuela Palabra

EN EL NOMBRE DE LA MADRE: nueve mujeres escritoras

En la historia del arte y la literatura del mundo occidental, las voces de las mujeres han sido silenciadas durante miles de años. La preponderancia del arte hecho por hombres es un dato probado. Hasta la década de los 60, para tener éxito, las mujeres tenían que «volverse duras»; aprender a hablar y actuar como hombres, rechazar lo «femenino innato». No es antes de la década de los 90 que una nueva generación de artistas y mujeres alfabetizadas redescubre la vocalización inquebrantable de la diferencia de género, celebrando así la exhibición de lo femenino como lenguaje artístico (antes ignorado o considerado inferior). La esfera femenina – estoy pensando en gestos y sonidos relacionados con la maternidad – es el primer canal de comunicación, de transmisión de conocimientos, de sentido, de señales, de significado, que experimentamos. Las mujeres entre las mujeres siempre se han sentido libres para comunicarse y comportarse con naturalidad. Susurrar a los niños, cantar canciones de cuna, enseñar los primeros sonidos, los primeros rituales de interacción; juntas también se permiten la manifestación de sus emociones, risa, dolor, y gritos. Los estudios de género muestran cómo el lenguaje artístico de las mujeres, en las últimas décadas, es a menudo un intento de redescubrir la antigua tradición del relato oral.

Afirmar la propia voz también significa convertirse en vehículos semióticos que crean otra realidad, un puente entre lo mundano y lo privado. Este es el fil rouge que une a las mujeres poetas que hoy vamos a presentar y que, con su indomable fragilidad, catalizan el descubrimiento de un mundo oculto, el de la interacción femenina y la creación artística, con sus rituales, sus mitos y su lenguaje, a menudo no legitimado. A lo largo de la historia de los últimos tres mil años las mujeres, con demasiada frecuencia, han hecho solo un uso privado de sus talentos verbales e intelectuales: en torno a las fogatas, en los baños, en las cocinas, en los salones; esta dimensión que revelan con gestos redondos íntimos y fuertes, hechos de palabras-signos, de sentido y sentimiento, más allá del contenido referencial.


Lucilla Trapazzo
Trad. Marisol Bohórquez Godoy



A continuación leeremos a nueve poetas de diferentes nacionalidades. Todas, con su identidad tan única, nos ofrecen en cada verso una mirada distinta, pero igualmente valiosa, sobre la mujer.

 

Door
Adam Sturch (Acuarela sobre papel 18×24, 2004)


Sabrina Usach (Argentina)




caza

el viento me ofreció
más de un pájaro mudo para comer
pienso en el alimento
−sacrificio hambre sed−
hay quienes lo niegan
pero en el paredón silvestre de las noches
éramos varias las hijas que tomábamos
cada ráfaga −sus aullidos−
dejándolas orilleras en ríos altos
−ofrendas sonámbulas−
para que en el amanecer
un balín diera como resultado
un pucherito implume
hervía mientras una niña
tirada en el piso con un lápiz hurgaba
el desgarro con la misma intención
de búsqueda de los nidos vacíos
hasta que la voz filtrada
por lejanas masas de aire
ofreciera el plato del día

el caldo de esos seres hacía crecer
el acecho por todo lo que no tiene
capacidad de nombrarse: era entendible
el rito era lícito anular el tormento



Rupi Kaur (Canadá)
Trad. Marisol Bohórquez Godoy



quiero disculparme con todas las mujeres
a las que he llamado bellas
antes de llamarlas inteligentes o valientes
lamento haberlo hecho sonar
algo tan simple como si aquello con lo que naciste
fuera de lo que tienes que estar más orgullosa
cuando tu espíritu ha derribado montañas
a partir de ahora diré cosas como
eres resiliente o eres extraordinaria
no porque no piense que eres bella
sino porque creo que eres mucho más que eso



Clara Schoemborn (Colombia)



Álbum

María era cerrada como una casa triste.

Isabel combatía de día y de noche
y en las paredes pintaba caminos truncos
…………………….. para poder descansar.

Beatriz  aunque falleció hace tiempo,
no quiso irse ni me deja en paz,
por eso escribo aquí que, estando ella en vida,
tampoco tenía en dónde habitar
y que de nada le sirvieron los evangelios.

Berta estaba partida por la mitad,
tenía una marca envenenada en un muslo,
tres arañazos y una canción endiosada.

Angélica amaba las tablas de multiplicar,
pues los números son los más finos impostores.

Alejandra.
No digo más.
Alejandra y basta.

Leticia coleccionaba palabras de colores,
inventó un alfabeto de letras metálicas,
en él había cuchillos, pulseras y aviones.

Abracadabra Enriqueta,
mariposario en tus cabellos,
saliva verde en la garganta
y dos lagos amarillos en los ojos.

Cleotilde,
inversa.

Luz,
inversamente proporcional.

Fidelina,
con-versa.

Tresa por cuatra.
Cuatra por cinca.
Mil millonesas.

En fila india,
bailando rondas.

Callando.

Gritando.

Luchando.


Anne Sexton (Estados Unidos)
Trad. Marisol Bohórquez Godoy

 



El Arte Negro

Una mujer que escribe siente demasiado,
¡esos trances y presagios!
Como si ciclos y niños e islas
no fueran suficientes; como si dolientes y chismosos
y vegetales nunca fueran suficientes.
Ella piensa que puede advertir a las estrellas.
Una escritora es esencialmente una espía.
Querido amor, yo soy esa chica.

Un hombre que escribe sabe demasiado,
¡qué hechizos y fetiches!
Como si erecciones y congresos y productos
no fueran suficientes; como si maquinas y galeones
y las guerras nunca fueran suficientes.
Con muebles usados él hace un árbol.
Un escritor es esencialmente un estafador.
Querido amor, tú eres ese hombre.

Nunca amándonos a nosotros mismos
odiando incluso nuestros zapatos y nuestros sombreros,
nos amamos el uno al otro, preciosos, preciosos.
Nuestras manos son azul claro y suaves.
Nuestros ojos están llenos de terribles confesiones.
Pero cuando nos casamos
los niños se van disgustados.
Hay demasiada comida y no queda nadie
para devorarse toda la extraña abundancia.



Alessandra Corbetta (Italia)
Trad. Marisol Bohórquez Godoy




Matrioska

Por un día, solamente un día

bajo el arco escarlata y el papel dorado,
dentro de una caja y luego dentro de otra
como una matrioska nunca cansada de abrirse
y vaciarse,
encuéntrame la omnipotencia de lo absoluto,
el escalón más alto del altar,
el número uno en el ranking,
el superlativo que no se compara,
un voto que supere + ∞,
un abismo sin infierno,
una cuna donde nadie
pueda venir a despertarme.



 

Elizabeth Grech-Malta
Trad. Marisol Bohórquez Godoy




La dama durmiente* 

Eres tú quien has vuelto a hallar
a la dama durmiente
enrollada
acostada
dentro de mí,
mano bajo la mejilla
pecho tranquilo
flancos carnosos
cintura fina.
Eres tú quien has vuelto a hallar
a la mujer que se da cuenta
de lo que es capaz, pero ignoraba.
Tu cálida mano
en el frío de mi vientre
y ella se sacude del sopor
se abre como una flor
se extiende bajo la mirada de la luna.
Toma su lugar de nuevo
en las colinas de mi cuerpo
hasta el punto
de ser solo una,
ella y yo.


* Pequeña estatuilla neolítica encontrada en el hipogeo prehistórico de Ħal-Saflieni




Andrea Muriel (México)



Cuando me acuerdo de ti me siento chiquitita

La primera vez que me viste desnuda
me dijiste que estaba muy flaca.
Y yo pensé que había viajado ocho horas
recorrido varios estados, tres países
que corté con mi novio de años
que le mentí a mi madre
y a todas mis amigas
para que tú me explicaras que debía comer más
porque a los hombres les gusta la carne.
Ahora me justifico diciendo
tenía apenas veinte años y creía en el amor
pero la realidad es que tenía veinte
años y creía que el amor era
la mierda que me dabas.
Ciudades, hoteles, países distintos,
ron, festivales de poesía.
Cinco minutos durabas en cogerme
luego me abrazabas y yo con los ojos como platos
me preguntaba si eso era el amor.
La realidad es que para ti
eran unas vacaciones de tu jodida vida
porque sólo podías lograr que una niñita de veinte años
que quería escribir poesía
te admirara por ser lo que ella quería ser
y tú nunca fuiste.
Porque nunca te interesó escuchar lo que pensaba
ni contestarme los correos que leías a la mitad
y cuando te dije que ya tenía novio
respondiste hay que vernos de nuevo
y te enojaste porque yo era feliz.



Gioconda Belli (Nicaragua)


Y Dios me hizo mujer

Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos, nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.



Lucilla Trapazzo (Suiza)
Trad. Marisol Bohórquez Godoy





Balada Para Una Mujer

Levántate mujer y empuña una rosa.

Eres hermana, eres pan, eres esposa.
Aquí están las espinas que ensartan la carne
si destilan gotas de sangre y dolor
la suavidad de unos senos ya dan el perdón.
Bajo la falda ambrosía y tormento
si cierras los ojos, no sentirás nada.
Vuela más alto de un monte revestido de nieve
tu libertad está en un sueño que nunca ha sido.


*** La imagen destacada corresponde a la obra «Tre ombre» (óleo sobre madera y grabado, 1992) de la escritora y artista Lucilla Trapazzo

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