Vuela Palabra

Tomaso Pieragnolo-VP

Cuatro poemas de Tomaso Pieragnolo

En el día de hoy compartimos una selección de poemas del poeta y traductor italiano Tomaso Pieragnolo quien, desde hace treinta años, vive entre Italia y Costa Rica. Además de ser autor de varios libros de poesía, también es traductor de autores Costarricenses como la gran Eunice Odio y el escritor Laureano Albán, entre muchos otros poetas de las nuevas generaciones. Esperamos que disfruten de sus versos.





Del libro nuovomondo (Editorial Passigli 2010)





* * *

Y que en tus manos yo oiga chirriar el bosque,
la gota constante que afila
como un astro el crecimiento del motivo,
el olor que nocturno trepa de invisibles savias,
o la regurgitación de la abeja en la lengua;
y una mañana de reciente otoño
sean tus besos largamente esperados
por noches de sólo una inmóvil estrella,
aturda así mi grito contra el mineral del cielo
y escondidos en esta loca roca
sin centinelas en el árbol
ciegas lleguen las vidas a tus pies,
mujer dulce, tu cabeza me roza el pecho
como un iris cayendo al fondo,
describes pétalos con tu saliva
y es un país entero el amor,
una demora a través del tiempo,
podemos volver a estar vivos
con sólo la sombra de un púdico abrazo,
así tendría más manos para tocarte,
dedos para recogerte, brazos para acogerte
y nombres para despertarte,
podríamos estar donde los peces se alisan lejos,
radiante mía, salto de gozo si tú me distraes,
come una sed me sacio
con esta sóla gota que no se suelta,
considera mis palabras como un don
y haz un fajo de ramas verdes aún,
para que desde mi sueño yo vea
despedirse los engaños.



Del libro Viaggio incolume (Editorial Passigli 2017)

 



* * *

Ella se pone su vestido de muchacha y dice
– hojas, sueños, senilidad de los reinos –
hasta entonces lo que ha sido su vida
olvidándose rápida de los bancos de septiembre,
sin recuerdos en las playas lanceoladas
por vientos africanos y por rugosos veteranos,
por pinos resinosos que observaron
salinidad sombría para los días de su luto.
Ella recuerda todo esto y siempre calla
la fuga o falaz nostalgia de la memoria,
la abundante privación religiosa
que lleva una herencia de vagones inmaculados,
de carriles que rebotan sobre el mar
y en el ápice un sol que se burla del regreso;
después se mira en la mañana más contrita y dice
˂˂ vamos, amor, a casarnos nuevamente,
seré madre, seré vela, seré extrema
miniatura,
así que arrimada a tus brazos devendré
la mujer avezada a la salida y a cada desvío˃˃.

 



***

Ella levanta su mano y le susurra
˂˂ yo te ayudaré en este crujido de puente
donde cada paso es incierto y cada cielo
es como un alterno de locura y de clamor ˃˃;
porque desde esta noche tan buena
ella aprendió a blasfemar contra el mal,
enseñándole a imaginar con ojos cerrados
las pocas neurálgicas ilusiones como nuevas,
contando en su sueño todos los sueños
que en corto momento se erigían en fortaleza;
con la miel que conoce habrá llevado lejos
las fervientes utopías de historias colgadas
dentro del viento como trajes para secar,
o dentro del otoño como alas para volar,
en la mañana sólo alas para amar
o para asomarse aun quedando siempre solos,
altivas para alcanzar sus besos
y por eso inválidas en los sueños que miró
entregarse a la vida que se nos dieron.
No será su cuerpo el que comprende
la avara invención que obstinada nos colora,
pero una ciega mirada que todo lo ve
y todo se olvida excepto lo desconocido,
que adivina todo lo que ha preservado
por este presente claudicante en su oficio
de morir y luego revivir en cada día.

 




***

˂˂ yo canto en tu nombre para que tú
desde un lugar lejano tú me oigas llamar,
para que llegue a tu boca esta gota
y una sed colgante nos describa el viejo mundo,
la tierra ya perdida en lo esencial,
pero siempre solvente inalterada perfección ˃˃.
Como los versos necesarios de los pájaros,
de árboles místicos impregnados de sus nieblas,
con un acto de la mano en la frente
tal vez él pueda provocando una sonrisa
con halagos adornarla,
cuando es la hora de partir con palabras abrazarla,
recordando conjugado en su rostro
como será sobre sus pies un camino,
sus manos que manejan las flores
y sobre las cumbres una apariencia de silencio;
oh muchacha que un enigma vas tejiendo
con nembos de tinta bajo el don de las estaciones,
que no sabes terminar ni comenzar,
ni quizás sumar a tu imprevisto sedimento,
confía en la vida en lo que sueñas
y cierto una mañana tan cercana,
trazando tu perfil mientras duermes,
ella te encantará una y otra vez,
y tú desde el pasado sabrás sonreirle.




Tomaso Pieragnolo nació en 1965 en Padova, Italia, y desde hace treinta años vive entre Italia y Costa Rica. Ha publicado los poemarios Viaggio incólume (Passigli 2017); nuovomondo (Passigli 2010, ganador del Premio Saturo d’Argento Città di Leporano, finalista en los Premios Palmi, Metauro, Minturnae, rosa final del Premio Marazza); L’oceano e altri giorni (Venezia 2005, ganador del Premio Minturnae Giovani 2005, finalista en el Premio Libero de Libero, Gozzano di Belgirate 2005, Ultima Frontiera 2006 di Volterra e incluido en la rosa final de los Premios Rhegium Julii, Città di Penne, Frascati y Spallicci); Lettere lungo la strada (2002 Venezia, Premio Città di Marineo – Sicilia 2003, finalista en el Premio Gozzano di Belgirate 2004. En 2009, en el ámbito del Festival Internacional de Poesía de Costa Rica, publicó la antología personal Poesía escogida. Como traductor ha colaborado desde 2007 y por varios años con la revista Sagarana, donde realizó la difusión de autores de Costa Rica y Centro America los cuales no habían sido difundidos aún en Italia. También ha traducido a poetas como Eunice Odio y Laureano Albán.

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